El 19 de diciembre de 1922, hace 101 años, se estrenaba en el Provincetown Playhouse de Nueva York una obra de teatro que haría historia en el arte y en la cultura LGTBI. Se trata de El dios de la venganza, del escritor judío Sholem Asch, que narra la historia de amor entre la hija de un proxeneta y una de sus prostitutas, en un burdel judío.
La obra, que había sido escrita en yiddish y traducida al inglés, fue la primera en mostrar una escena de amor lésbico (y el primer beso lésbico de Broadway) en el teatro estadounidense. La obra, que había sido estrenada en el teatro yiddish de Berlín en 1907, y que se había difundido por Europa y América, causó un gran escándalo y una fuerte reacción de la crítica y del público, que la tacharon de obscena, blasfema e inmoral.
La polémica se agudizó cuando la obra se trasladó a Broadway, en febrero de 1923, donde fue censurada y perseguida por las autoridades, que la consideraron una violación de la ley de obscenidad. El dios de la venganza es una obra revolucionaria que desafió la censura y el prejuicio, y que reivindicó la belleza y la dignidad del amor entre mujeres.
Un autor visionario y una obra maestra
Sholem Asch (1880-1957) fue un escritor y dramaturgo judío, nacido en Polonia y nacionalizado estadounidense. Es considerado uno de los máximos exponentes de la literatura yiddish, el idioma de los judíos asquenazíes de Europa oriental. Asch escribió más de 40 obras de teatro y novelas, que abordan temas como la religión, la historia, la política, el antisemitismo y la sexualidad.
Su obra más famosa es El dios de la venganza, que escribió en 1906, cuando tenía 26 años. La obra se inspira en la vida real de un proxeneta judío que Asch conoció en Varsovia, y que tenía una hija que se enamoró de una de las prostitutas que trabajaban para él. La obra se divide en tres actos: el primero muestra la vida del burdel y la relación entre el dueño, Yankl, y su esposa, Sore, que aspiran a ascender socialmente y a casar a su hija, Rifkele, con un joven respetable; el segundo acto se centra en el romance entre Rifkele y Manke, una de las prostitutas, que se escapan juntas a la lluvia; el tercer acto muestra las consecuencias del descubrimiento del amor lésbico, que desata la ira de Yankl, que rompe la Torá que había comprado para proteger a su hija, y la violencia de Sore, que entrega a Rifkele a los brazos de un cliente.
Un símbolo de resistencia y libertad
El dios de la venganza es una obra de teatro que, a pesar de su antigüedad, sigue siendo relevante y actual. Su autor, Sholem Asch, fue un visionario que se atrevió a retratar la realidad de los oprimidos y a celebrar el amor entre mujeres, en una época de intolerancia y represión. Su obra, que fue censurada y perseguida, se convirtió en un símbolo de la resistencia y la libertad, y en una fuente de inspiración para las generaciones posteriores. Hoy, 101 años después de su estreno en Nueva York, recordamos El dios de la venganza como una obra revolucionaria que desafió la censura y el prejuicio, y que reivindicó la belleza y la dignidad del amor entre mujeres.