El Día Mundial del Agua se celebra cada 22 de marzo para concienciar sobre la crisis mundial de este recurso esencial y la necesidad de abordarla para alcanzar uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible impulsados por Naciones Unidas: agua y saneamiento para todos antes de 2030.
A pesar de que hombres y mujeres, como el resto de seres vivos, dependemos de la existencia del agua, 1 de cada 3 habitantes del planeta vive hoy sin acceso a agua potable y el 55% de la población mundial, 3.900 millones de personas, no disponen de un sistema adecuado de saneamiento.
Este año, la ONU quiere que en este Día Mundial del Agua reflexionemos sobre el valor de la misma, sobre lo que significa para todos y cada uno de nosotros y cómo podemos proteger mejor este valioso recurso. La forma en que valoramos el agua determina cómo se gestiona.
Desde 2010, la ONU reconoce oficialmente el derecho humano al agua y al saneamiento y con esta convicción nuestro Gobierno trabaja en una nueva política del agua, pieza fundamental en la estrategia de lucha contra el cambio climático.
Durante la pandemia, más que nunca se ha evidenciado el carácter esencial del agua y la necesidad de garantizar su acceso, manteniendo todos los servicios relacionados con su abastecimiento.
Una de las primeras medidas adoptadas por el Gobierno de España fue declarar los servicios de agua y energía como esenciales, prohibiendo el corte de estos suministros a los hogares más vulnerables.
Todas las proyecciones sobre cambio climático coinciden en el incremento de la temperatura media, y en la reducción progresiva de los recursos hídricos en España.
Esto exige cada vez más invertir en sistemas y redes de abastecimiento que combinen fuentes de suministro naturales de agua con otros recursos.
La desalación o la reutilización pueden asumir modificaciones de la demanda del abastecimiento urbano, del regadío o de las instalaciones energéticas.
El PSOE es consciente de que es precisa una relación distinta con el agua y reorientar su gobernanza para anticiparnos a los impactos del calentamiento global y reducir el alcance de los mismos; asegurar el buen estado de las masas hídricas y el respeto a los caudales ecológicos; cumplir con nuestras obligaciones de saneamiento y depuración y luchar contra la pobreza hídrica.
Es importante involucrar a la ciudadanía en el conocimiento y valor del agua como elemento básico en nuestras vidas. Es ineludible gestionar de manera responsable nuestro patrimonio común -el agua, los suelos, la biodiversidad-, todos recursos escasos y frágiles.