Por cada declaración negacionista de la violencia de género que se produce, podemos asegurar que eso incide directamente en las actuales y potenciales víctimas. En pleno siglo XXI y tras las dificultades que hemos tenido que sortear para que finalmente esta realidad fuera reconocida como tal, y con un marco legal pionero en toda Europa, no podemos permitirnos ningún escollo o duda sobre los cerca de 60 asesinatos que se producen por esta razón cada año en nuestro país.
Cuando pensábamos que determinados discursos estaban superados para apostar por una verdadera y real protección de las mujeres, de sus libertades y sus derechos, la legitimación de la extrema derecha en nuestro país no hace nada más que poner en peligro el cumplimiento de los Derechos Humanos. Así pues, apoyar cualquiera de sus postulados hace que la sociedad se convierta en cómplice, que las víctimas se sientan más frágiles y que los maltratadores vean reforzado su ideario y sus acciones.
Sabemos de las intenciones de quienes quieren volver a retrotraernos a otras épocas, donde las mujeres no contaban con el apoyo social que, afortunadamente hoy, les pueden hacer más fuertes para salir de la espiral de la violencia. Negar esta realidad es negar que existe desigualdad, que el patriarcado cuenta con unos privilegios a los que jamás querría renunciar y, por supuesto, que el machismo mata. Romper el consenso existente entre instituciones y sociedad sobre este problema social, como desgraciadamente hemos empezado a ver, supone una amenaza para avanzar en igualdad y pone en peligro real a miles de mujeres.
En este 25 de noviembre constatamos firmemente que continuaremos mostrando todas y cada una de las discriminaciones que sufrimos las mujeres, arreciaremos contra todos los vientos machistas, seguiremos llenando las calles, asistiremos a todos los debates para demostrar que el patriarcado, ahora desenmascarado, sigue siendo nuestro principal enemigo, pero sobre todo, batallaremos donde haga falta para no dejar a ninguna mujer sola o desprotegida, sin el recurso y sin el apoyo social necesario. Nos va la vida en ello.
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