En concreto, la educación sexual que reciben los adolescentes es la pornografía de internet, donde la mujer es «cosificada» y se convierte en un mero elemento de placer. En general los padres ni saben cómo, ni se atreven; y en la enseñanza reglada se hace tan tarde y de forma tan pulcra, que apenas tiene efecto.
Estudios demuestran, que los principales consumidores de contenidos pornográficos en internet son los hombres: 3 de cada 4 visitantes; y además el primer acceso de los jóvenes españoles es a los 14 años de media, habiendo 1 de cada 4 que lo hacen antes. El 87% dicen que la han visto alguna vez y casi un 30% se consideran posiblemente adictos.
El 12% de los sitios web (más de veinticuatro millones y medio) son pornográficos. En España se catalogan 1.200 películas al año como X, que recaudan un millón de euros y la pornografía online genera el doble de ingresos que las descargas de música.
Quizás resulte de vocabulario soez o fuerte, pero si no nos atrevernos a decir las cosas como son y las callamos, mantendremos la base de una educación tan fundamental como es la sexualidad a niveles tan surrealistas como la posesión de la mujer.
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