Este jueves han partido desde Ceuta 39 hombres y tres mujeres, una de ellas embarazada, de origen subsahariano. Sus nombres estaban en la Lista Baleària después de más de 5 meses en Ceuta. Cuatro de estas personas son solicitantes de asilo, mientras que el resto (38) viajan por acogida humanitaria. Todos serán atendidos por organizaciones de acogida en la península, donde podrán aprender español e incluso estudiar algún oficio para poder comenzar su vida en España
Salir de Ceuta no es el final del viaje. Todavía tienen que regularizar su situación en España, o seguir con su ruta migratoria hacia cualquier país de la Unión Europea. Llegar hasta la ciudad autónoma no es fácil para ninguna persona migrante, tampoco para aquellas de origen subsahariano, que se enfrentan durante meses, e incluso años, a un largo viaje lleno de peligros e incertidumbres.
Este periplo migratorio, todavía es más complejo cuando eres una mujer, ya que muchas huyen porque son sometidas a matrimonios forzosos -con hombres mucho mayores que abusan sistemáticamente de ellas- o por su identidad sexual, entre otras causas.
A la incertidumbre y los peligros que tiene emprender un viaje migratorio para cualquier persona, en el caso de las mujeres hay que sumar la posibilidad de ser captadas por organizaciones criminales dedicadas a la trata de personas con fines de explotación sexual. En estos casos, las mujeres son sometidas a violaciones y numerosas vejaciones durante todo el trayecto, e incluso en el país de destino, donde miembros de la organización esperan su llegada para, normalmente, ser prostituídas. Estas redes, además, son entramados criminales altamente organizados y violentos, que mantienen a las mujeres sometidas por amenazas de muerte hacia ellas y sus familias.
‘Laissez Passer’ numeroso
El de hoy ha sido un Laissez Passer -también conocido como Lista Baleària porque las personas migrantes viajan hasta la península en un buque de esta compañía- muy numeroso. 42 residentes del Centro de estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) han dejado Ceuta para vivir en diversos recursos de organizaciones sociales y de protección durante varios meses que podrán utilizar para aprender español y formarse en algún oficio.
De estas 42 personas, tres son mujeres y una de ellas quedó embarazada hace casi siete meses en los bosques de Marruecos que colindan con la ciudad autónoma, donde cientos de migrantes subsaharianos se refugian esperando el momento de lograr cruzar a Ceuta. Además, cuatro de estas personas – dos de Marruecos, una de Gambia y otra de Costa de Marfil-, son demandantes de asilo, mientras que el resto viajan por acogida humanitaria.
Hasta la estación marítima del Puerto se han acercado varias decenas de residentes del CETI para despedir a sus compañeros y se podía sentir la emoción de quienes dicen «hasta luego» con una sonrisa deseando ser los próximos en salir. Así nos lo cuenta Abuba, que salió de Burkina Faso hace tres años, caminando y haciendo autostop en un viaje que no fue nada fácil y por el que da “gracias a Dios” por estar aquí. Tiene 21 años, es agricultor, lleva desde mayo en la ciudad autónoma y es uno de los residentes del CETI que no ha salido hoy para la península, aunque se ha acercado al puerto para despedir a sus compañeros. “Me siento feliz por ellos, aunque yo no estoy dentro y por eso estoy triste. No sé cuándo yo me podré ir pero espero que pronto, en la península quiero trabajar y hacer mi vida”, declara.
Historias de vida
Ibrahin Blake tiene 18 años y nació en Sierra Leona, país desde el que partió en busca de una vida mejor hasta llegar a Ceuta hace seis meses durante la crisis migratoria del mes de mayo. Hoy, salía con una gran sonrisa y cargado de ilusiones hacia la península con el sueño de ser futbolista en algún país europeo. “Vine a España porque quería vivir en un lugar más confortable y este es un país mejor para mí”, relata, porque la vida en su lugar de origen era “muy difícil, no era buena para mí”. Ahora, solo espera encontrar una Europa de oportunidades.
Dekko es de Liberia. Hace unos doce meses, cuando tenía 20 años, cogió un avión hasta Marruecos, donde estuvo hasta poder llegar a Ceuta, ciudad que deja hoy atrás junto a sus compañeros después de residir durante 6 meses en el CETI. “Vivir en Europa era un sueño para mí, amo la cultura y es una forma de vida muy diferente”, cuenta. En su país era electricista y ahora quiere vivir en Barcelona, donde dice que se buscará la vida.
Dialo es de Guinea y lleva 5 meses y medio en Ceuta, donde llegó tras huir de su país porque su vida estaba “constantemente en peligro” por su activismo político en contra del régimen. “Estaba perseguido por los militares por mí oposición al partido”, cuenta a El Foro de Ceuta antes de partir a la península. Fue un viaje “peligroso también” que inició hace dos años, cruzando caminando “montañas y selvas”. En España pide protección internacional y quiere seguir estudiando para tener un futuro.