En los últimos años, diversos sectores de la derecha española han impulsado una narrativa alternativa sobre el franquismo, alejada del consenso historiográfico. Esta visión, que minimiza los crímenes del régimen y pone el acento en aspectos considerados “positivos”, hunde sus raíces en las interpretaciones forjadas por la propia dictadura y posteriormente amplificadas por medios y figuras vinculadas al neofranquismo.
El expresidente José María Aznar ha tenido un papel destacado en este proceso. Durante y después de su etapa en el poder, ha cuestionado el enfoque de la memoria histórica promovido por gobiernos posteriores, defendiendo una visión más “equilibrada” del pasado. En diversas intervenciones, Aznar ha criticado lo que denomina una “utilización política de la historia” y ha relativizado la represión franquista, al tiempo que ha enfatizado la estabilidad y el crecimiento económico de aquel período.
Estas posturas han sido retomadas por sectores mediáticos y políticos que consideran que la izquierda ha monopolizado el relato sobre la Guerra Civil y la dictadura. Sin embargo, historiadores y especialistas en memoria histórica alertan sobre los riesgos de difundir discursos que blanquean un régimen autoritario y desconocen décadas de investigación académica.
El debate en torno al pasado reciente de España sigue generando profundas divisiones, reflejando que las heridas del franquismo aún no han cicatrizado del todo en la conciencia colectiva.
