El alcalde Paco de la Torre anuncia que la ciudad se baja del torneo tras la polémica por las obras de remodelación de La Rosaleda, que dejarían sin asiento a miles de abonados del Málaga CF.
Sorpresa en el seno de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF): Málaga ha renunciado oficialmente a ser una de las ciudades sede del Mundial 2030. La decisión, anunciada este sábado por el alcalde Paco de la Torre, se produce tras semanas de tensión con la afición del Málaga CF, descontenta con el impacto que tendrían las obras de remodelación del estadio de La Rosaleda.
“Lo más responsable es renunciar a la candidatura de la ciudad de Málaga al Mundial 2030, porque si el Mundial supone un riesgo para el club y un problema para la afición, no merece la pena continuar”, afirmó el regidor malagueño en una rueda de prensa convocada de urgencia.
La Rosaleda era uno de los 11 estadios seleccionados por la RFEF para albergar partidos del torneo, que España organizará junto a Portugal y Marruecos. Sin embargo, el ambicioso plan de ampliación del estadio —que pretendía elevar su capacidad en 15.000 localidades— ha acabado generando un grave conflicto social y deportivo en la ciudad.
Una afición enfadada y un club desplazado
Para acometer las reformas exigidas por la FIFA, el Málaga CF tendría que abandonar La Rosaleda durante casi dos años, periodo en el que se trasladaría al estadio Ciudad de Málaga. El problema es que este recinto apenas tiene 12.500 asientos disponibles, frente a los 26.000 socios abonados que tuvo el club la pasada temporada.
Este déficit ha provocado una fuerte respuesta de la afición, que acusó al Ayuntamiento de “mentir” sobre la viabilidad del proyecto y exigió al menos 23.000 plazas disponibles en el estadio alternativo. En un comunicado, varios colectivos de seguidores amenazaron con movilizaciones si no se garantizaba una solución que respetara los intereses de los abonados.
Ante el creciente malestar social, el Ayuntamiento ha decidido dar marcha atrás y priorizar la estabilidad del club y su masa social por encima de la proyección internacional que suponía el Mundial.
Una sede menos para la RFEF
La renuncia de Málaga supone un revés importante para la RFEF, que ya ha tenido que lidiar con otras complicaciones en su lista de estadios. Vigo fue descartada desde el inicio del proceso, y Valencia todavía no tiene garantizada su presencia por los retrasos en la construcción del nuevo Mestalla. Ahora, la federación deberá decidir si sustituye a Málaga por otra ciudad o reduce a diez el número de sedes españolas.
La decisión malagueña también reabre el debate sobre el coste social de los grandes eventos deportivos y su impacto en el fútbol local. En este caso, la prioridad dada a los intereses del club y su afición ha terminado pesando más que los beneficios económicos y turísticos de ser sede mundialista.