La solidaridad se ha convertido en el escudo frente a las llamas que arrasan la frontera entre Cáceres y Salamanca. Más de 15.600 hectáreas han sido calcinadas en el que ya es considerado el incendio más devastador que ha sufrido Extremadura.
Pese a la magnitud de la tragedia, los vecinos de ambos territorios destacan la unión y la implicación de quienes se han volcado para ayudar: desde el avituallamiento a los efectivos de extinción hasta el alojamiento improvisado para quienes han tenido que abandonar sus hogares. “Se agradece ver cómo se implican”, resume un testimonio recogido entre las localidades afectadas.
Los equipos de emergencias continúan trabajando sin descanso para frenar el avance del fuego, mientras las autoridades insisten en la importancia de la colaboración ciudadana y la prudencia. El siniestro ha puesto de relieve tanto la vulnerabilidad del medio natural como la capacidad de respuesta de unas comunidades que, ante la adversidad, se mantienen firmes y solidarias.
