La sociedad actual esta inundada de conceptos que se difunden en redes sociales, en medios de comunicación y en boca de generaciones que no son la nuestra. Estas palabras son posverdad, fake news o discurso del odio. El hecho de que estén insertadas en nuestra cotidianidad no significa que sean novedosas. Hitler ya empleaba el discurso de odio contra quienes él consideraba “los otros” que, desgraciadamente, muchos de esos otros siguen siéndolo en nuestra sociedad medio siglo después. Las noticias falsas, conocidas bajo el anglicismo de fake news, tampoco son producto de nuestra época han existido siempre. Al igual que apelar a los sentimientos y convertirlos en hecho como se emplea en la posverdad.
De tal forma que si todos estos términos ya estaban dentro de nuestra sociedad, ¿qué es lo que ha cambiado? Pues bien, principalmente la digitalización y las redes sociales. Estas últimas tienen varios detonantes que favorecen una propagación del discurso del odio. En primer lugar, la posibilidad de una rápida y fácil viralización de un mensaje, independientemente de si sea cierto o no. Las redes sociales alimentan el hecho de que actualmente lo más relevante de una noticia es que sea viral por encima de que sea veraz. En segundo lugar, el (cuasi) anonimato de las redes sociales que permite mostrar un disfraz o performer de polarización social sin tener consecuencias directas sobre nuestro día a día. Podemos ser una persona en redes sociales y otra en nuestra cotidianidad, incluso sin necesidad de crear un perfil falso en redes sociales. La ausencia de consecuencias sociales que tienen nuestros comentarios en redes sociales es un acicate para la polarización.
A estos factores hay que sumarle la importancia de los partidos políticos en sus posicionamientos en cuanto al discurso del odio. Por un lado, encontramos un partido político como VOX que es abiertamente xenófobo, homófono y misógino, y tiene una narrativa marcada en contra de los colectivos vulnerabilizados. Y, por otro lado, partidos políticos que no censuran la narrativa del discurso del odio como el PP, Ciudadanos e incluso, en ocasiones, el PSOE. Los partidos políticos ayudan a que las actitudes y opiniones de la población española estén cada vez más polarizadas que, en muchas ocasiones solamente se queda en el campo de las redes sociales y no trasciende a actuaciones físicas, pero eso no significa que haya que ser laxo con las consecuencias de incentivar y / o mostrar un discurso de odio.
Sin embargo, el caso de Samuel, tristemente, nos muestra como el discurso del odio está dentro de nuestra sociedad y pone en evidencia la necesidad de ser implacable con los delitos de odio.