Siempre hemos leído artículos explicando qué es la violencia de género, animando a las mujeres a denunciar y a visualizar comportamientos, actitudes y situaciones que viven las que son víctimas del maltrato. Yo hice muchos de esos. Y son muchas las veces las que he dicho que la violencia de género no es un hecho puntual, es la causa de la desigualdad y el poder. Su grado extremo.
Y en esta línea entre la igualdad y la desigualdad existen protagonistas que, como tú, hacen posible que esta lacra no desaparezca.
Solemos poner el foco de atención en la responsabilidad que tienen ellas de estar atentas a las alertas de la violencia y a su denuncia. También ponemos el foco en ellos para que no sean verdugos que anulan y quitan la vida.
Pero, ¿ alguna vez hemos puesto el foco en las acciones que fomentan que la violencia de género no desaparezca? No
Y sí, tú eres cómplice del maltrato. Cómplice de que sigan asesinando a mujeres. Eres cómplice de que el cuerpo de la mujer sea objeto sexual en el mercado. Cómplice de que los menores sean usados para hacer daño. Eres cómplice de que las mujeres ganen menos que los hombres y que no alcancen puestos de responsabilidad. Eres cómplice de la prostitución y los matrimonios forzados. Eres cómplice del acoso y las violaciones. Eres cómplice del papel denigrante que tienen las mujeres en los medios de comunicación y en las redes. En definitiva, eres cómplice de esta sociedad no democrática y misógina, de esta sociedad que se apunta a la moda de la ola del feminismo, pero luego no mueve ni un dedo para su erradicación. Generalizar es un error, pero me voy a permitir el lujo de hacerlo porque cada una de las personas que van a leer este espacio alguna vez han contribuido a la perpetuación de estos roles que nos distancian por género. Yo, que me defino como una activista feminista radical, de raíz, también.
¿Lo vas a negar?
Contribuyes cuando te niegas en la escuela a trabajar la coeducación y piensas que no sirve para nada.
Contribuyes cuando te ríes de un chiste machista.
Contribuyes cuando sientes la necesidad de proteger a la mujer y tú de sentirte protegida.
Contribuyes cuando promueves que el instinto es maternal y son las mujeres las que mejor saben cuidar.
Contribuyes cuando haces una noticia donde únicamente pones a ella en la sección de consumo o como víctima.
Contribuyes cuando no legislas ni planteas acciones desde arriba, mediante la transversalidad.
Contribuyes cuando nunca lo vistes de rosa, te niegas a comprarle una cocina y le dices a la niña que se comporte como una señorita.
Contribuyes cuando haces un piropo de manera constante, le abres la puerta del coche y ante su mal humor le preguntas si estás con la regla.
Lo haces cuando hablas de «la mujer de» y únicamente te fijas en su físico.
Lo haces cuando te preguntas el motivo por el que aún no tiene novio.
Lo haces cuando no eliminas los cuentos Disney y promocionas películas como Cincuenta Sombras de Grey.
Lo haces cuando ves una situación de discriminación y maltrato y no das parte.
Lo haces cuando lo justificas, manifiestas que las feministas somos unas exageras, insinúas que también hay hombres víctimas y que la Ley es un engaño y una amenaza para el hombre.
Lo haces cuando das por hecho que eso son cosas de hombres y de mujeres, porque cada quien tiene su papel en la historia de la humanidad, sin asumir la invisibilidad de las mujeres.
Lo haces cuando dices que ya hay igualdad.
Es decir, lo haces tan a menudo que ni te das cuenta, por eso ves como una amenaza, una ridiculez, o una exageración esta tarea constante e incansable.
Así que creo que ha llegado la hora de empezar por el principio. Un principio que exige un examen de conciencia, porque nada de lo que he contado es un anexo a la violencia de género, que como he dicho al comienzo es el grado extremo a la desigualdad, es decir, el resultado de todos estos micromachismos.
Chupame la pija.. JAJAJAJAJJAJAA