Me pregunto qué pasaría si desaparece el pequeño y mediano comercio en nuestra ciudad. Por cuestión de estética, veríamos calles donde solo existirían edificios de pisos y casas resultando un escenario muy triste y dejaríamos de ver al pasear por nuestra emblemática calle Real a los comerciantes en su afán por arreglar los escaparates de sus negocios aportando un plus de armonía y de atractivo a las calles y a los viandantes ceutíes.
Existen barrios donde muchos comercios están cerrando sus locales y nosotros los añoramos, ya que podíamos efectuar compras sin tener que salir de la barriada y si a esto le añadimos la aparición de centros comerciales, lo único que se está consiguiendo es destruir numerosos puestos de trabajo y que el tejido comercial de nuestra urbe se esté muriendo poco a poco.
Lo peor de todo esto es que la gestión de los que gobiernan es nefasta de hecho han bajado las persianas para siempre muchísimos comercios. Imaginemos por un momento la desaparición total de los mismos. ¡Qué pena, no! ¡Y qué sería de los ceutíes en épocas navideñas! También desaparecerían las ansiadas rebajas. Lo que ocurre en Ceuta es patético y nadie hace nada por remediar que se vaya todo al traste.
Salvaguardar el comercio tradicional es obligación de los que gobiernan, por ello me dirijo a éstos para decirles que su supervivencia depende de no olvidar que forma parte de nuestra cultura comprar donde vivimos. Las tiendas de los barrios y del centro con las que hemos crecido tienen diferentes nombres, tiendas de toda la vida, la necesidad de mantener raíces y tradiciones, así como transmitir valores a nuestros hijos sobre los comercios de antaño, los que han formado parte de nuestra niñez, para que ellos se sientan identificados con los mismos.
Estamos en una nueva era donde en una pagina web llenamos el carro de la compra y donde también puedes elegir la forma de pago y sin moverte de casa llenas la nevera sin ningún esfuerzo. Es la nueva forma de adquirir todo aquello que deseamos, desde casa, desde el sofá. Pero no podemos olvidar la figura del comerciante de toda la vida, su labor de asesoramiento y los productos de calidad con los que siempre ha trabajado, es imposible que sea sustituido por las moderneces que están surgiendo. Ninguna tecnología no puede superar un mercado de navidad en vivo, la panadería, la pastelería y las cafeterías que seguirán allí para darnos un servicio de calidad y un trato humano inigualable.
La crisis que está sufriendo el pequeño comercio se la estamos infringiendo todos por comprar fuera o en internet, por lo que yo afirmo con contundencia que debemos apostar por el pequeño y mediano comercio. No tengo nada que objetar con los cambios venideros, aunque lo más importante es no perder las raíces de nuestra cultura y costumbres, y eso conlleva evidentemente, entrar y comprar en las tiendas de toda la vida. Hay sitio y lugar para todos. No podemos dejar que nuestra ciudad pierda su tradición e historia.