Una lectora de El Foro de Ceuta, que prefiere permanecer en el anonimato, nos ha pedido ayuda para hacer llegar su gratitud al personal que atiende las instalaciones del Punto COVID en el embolsamiento de Loma Colmenar. «Me han tenido que repetir la prueba y eso me ha puesto muy nerviosa, pero han estado intentando animarme y tranquilizarme, se han portado muy bien».
María, así la vamos a llamar, no pasa por el mejor momento. Hace poco que la tragedia llamó a su puerta para anunciar que el maldito virus se había llevado por delante la vida de su hermano. Para colmo de males, a principios de semana recibió ese aviso que nadie quiere recibir. Había sido contacto estrecho, en su entorno laboral, de un caso diagnosticado con covid-19.
Desde que se lo comunicaron, María, que va a cumplir 66 años y que no vive sola, ha permanecido aislada en su habitación esperando a que llegase la fecha de la cita para hacerse la prueba en el Punto COVID, que estaba programada para la mañana de este miércoles.
Ella en todo momento ha tenido claro que lo primero que alguien tiene que hacer en esta situación es no alarmarse. En eso se ha estado esforzando, en no dejarse llevar por la preocupación y en mantener la calma. Sin embargo, un aislamiento implica muchas horas de soledad y resulta difícil no acabar pensando, en algún momento, en eso de «¿y si doy positivo?«. Sobre todo, cuando el virus acaba de llevarse a un ser querido. El problema es que una vez que picamos en el «¿Y si…?», no hay vuelta atrás y la preocupación se retroalimenta. Admitiendo la posibilidad de que podemos dar positivo, pasamos de preocuparnos por nuestra salud a hacerlo por la de nuestro entorno. «¿Con quién he estado? ¿Cuánto tiempo? ¿Tenía la mascarilla? ¿Tuvimos contacto?«, son algunas de las cuestiones que se planteaba María durante esos ratos en los que no podía evitar ponerse en lo peor.
Este miércoles por fin ponía rumbo al Punto COVID. Una vez allí, nos comenta que apenas tuvo que esperar y que le hicieron la prueba «enseguida». Sin embargo, sí tocaba la inevitable espera de unos quince minutos para conocer los resultados. Un cuarto de hora que, confiesa, se le empezó a hacer largo cuando comenzó a ver que personas que habían llegado más tarde que ella se iban antes y con resultado negativo en la prueba.
Lo que no sabía es que, para su pesar, la mala suerte todavía tenía algo que añadir en esta historia. Cuando se acercaron para comunicarle los resultados, la noticia no fue la peor, pero sí fue una mala noticia: los resultados no eran concluyentes al 100% y había que repetir la prueba. «No sé preocupe que esto no es nada malo. Lo hacemos para dar resultados que sean fiables al máximo. Los positivos suelen salir muy rápido. Ya verá como no es nada», con estas palabras trataba de tranquilizarla la profesional que la estaba atendiendo.
Pero María no soportaba ya más incertidumbre, más espera, más dudas, más preocupación… Y, al final, acabó por aparecer el miedo. El verdadero miedo. Un miedo que ella estaba empezando a somatizar en un incipiente dolor de cabeza, uno de los síntomas habituales de la enfermedad. Entonces, casi por intuición -o sin el casi- otro miembro del personal del Punto COVID se acercó para darle ánimos y, tras este, hasta un tercero.
Llegaron los resultados definitivos. «Negativo. ¡Ya está! ¡Ya puede usted irse! ¿Lo ve? Ahora tiene usted que seguir en aislamiento y si apareciera algún síntoma, por pequeño que sea, tiene que avisar». En ese momento, la cabeza de María por fin descansa, pero la relajación también deja aflorar alguna lágrima contenida por el mal rato. No obstante, antes de irse, trata de recomponerse para dar las gracias «por todo», por el trato amable y por la humanidad mostrada y pide a quien le atiende que traslade el mensaje al resto de sus compañeros.
Con la perspectiva que da el paso de las horas, la reflexión de María es la siguiente: «No tenían por qué hacerlo, porque su trabajo ya lo habían hecho y de manera muy correcta y con amabilidad, pero hay que agradecer que, en momentos como estos, en los que cualquiera puede pasar un mal rato, haya gente que es humana, que se preocupa por ti y que trata de darte ánimos«.
El otro dia estuve y la verdad es que el personal sanitario chapó. Gracias por el trato profesional