El PSOE y Unidas Podemos han registrado una proposición de Ley para acabar con la cosificación de los animales. La finalidad primera es conseguir declarar a los animales como seres sensibles para que dejen de ser considerados “cosas” en el Código Civil. Y la última el reconocimiento del alma o el espíritu en todos los seres vivos.
Existen dos teorías sobre su base etimológica:
a).- el alma como esencia inmaterial que define la individualidad y ligada a la humanidad, o
b).- el alma como el principio que da vida.
Se puede considerar a Homero como el primer pensador que incluye el concepto de alma en sus relatos y enseñanzas. Concepción impregnada de las características que la definen en la mayoría de las culturas, parte inmortal de todo ser no condicionada por las etapas vitales del ser humano. La fugacidad de la existencia como concepto imbricado en el cuerpo físico como rasgo consustancial a diversas doctrinas filosóficas comenzaba a cobrar cuerpo.
En el canto XI de la Odisea, en una conversación entre varias almas allí congregadas la de Aquiles replica: “No pretendas, ilustre Ulises, buscarme consuelos de la muerte, que yo más querría ser siervo en el campo de cualquier labrador sin caudal y de corta despensa que reinar sobre todos los muertos que allá perecieron”.
La vida por encima de la muerte, de la inmortalidad del alma. Lo terrenal es cuanto desea el héroe.
Si buscamos cosificar en el diccionario obtendremos los siguientes resultados:
1. tr. Convertir algo abstracto en una cosa concreta.
2. tr. Reducir a la condición de cosa a una persona.
La cosificación va infinitamente más allá de las definiciones de la RAE pues encierra una maldad absoluta: desposee al ser afectado de alma y sensibilidad. Y recalco, “al ser afectado” ya sea humano o animal.
En filosofía el concepto de ser está íntimamente ligado con la esencia, con la naturaleza fundamental del sujeto estudiado.
La complejidad para definir desde la filosofía el concepto de ser solo es equiparable a contestar de manera absoluta, irrebatible y científica a la pregunta sobre la existencia de Dios.
Y hablando de Dios, en la Europa de hace unos siglos en su nombre se juzgaban y condenaban a animales.
En 1534 un mastín portugués fue juzgado y condenado a la hoguera. Su delito, ladrarle a la imagen de San José durante una procesión. Todo un arzobispo manda callar al can, y éste no obedece. El herético y contumaz ladrador es hecho preso para poco después ser juzgado y su final, al principio, hemos narrado.
Además de perros, delfines, gatos, orugas, ratas, gallos, etc han sido juzgados por el hombre, en unos casos por molestar a Dios y en otros por cualquier otro motivo. Para esto o para ser usados en experimentos de laboratorios o sacrificados en festejos o torturados hasta la muerte en nombre de no sé qué cultura, etc siempre nos han servido los animales. ¡Para reconocerles alma o sentimientos no! ¡Pregunten a dueños y dueñas de mascotas varias o etólogos y etólogas diversas a ver qué les dicen!
“Al estudiar las cualidades y la disposición de los tan llamados animales inferiores, y contrastándolos con las del hombre, encuentro el resultado humillante para mí” comentó acertadamente Mark Twain.
En la proposición de Ley se especifica que “los animales son seres vivos dotados de sensibilidad. Solo les será aplicable el régimen jurídico de los bienes y de las cosas en la medida en que sea compatible con su naturaleza y con las disposiciones destinadas a su protección”. Por lo que el propietario, poseedor o titular de cualquier otro derecho sobre un animal debe ejercer, además de, sus derechos sobre él, sus deberes de cuidado. Poniendo especial atención en respetar su cualidad de ser vivo dotado de sensibilidad, debiendo asegurar su bienestar en función de las características propias de cada especie.
Si no recuerdo mal, fue Hume en su “Tratado sobre la naturaleza humana”, quien hace casi tres siglos expuso: “Ninguna verdad me parece más evidente que la de que las bestias están dotadas de razón y pensamiento como el hombre. Los argumentos son en este caso tan obvios, que nunca escapan al más estúpido e ignorante”.
Y dicho esto, me pregunto en voz alta: ¿qué mal hay en reconocer la sensibilidad o incluso algún rasgo más de humanidad en un animal?
Immanuel Kant expuso que: “Podemos juzgar el corazón de una persona por la forma en que trata a los animales”.
¿No es más humano quién respeta la vida? Todas las vidas.
“Estoy a favor de los Derechos de los Animales tanto como de los Derechos Humanos. Es la única manera de ser un humano completo”, Abraham Lincoln.
¿No es más humano quién teniendo la posibilidad de herir o dañar opta por proteger y cuidar? A todo ser vivo.
Arthur Schopenhauer: “El hombre ha hecho de la Tierra un infierno para los animales”.
¿No es más humano acariciar que apalear?
“Es la compasión del ser humano hacia los animales lo que le hace un verdadero ser humano”, Albert Schweitzer.
¿No es más humano amar que odiar?
Como afirmó Víctor Hugo: “Los animales son de Dios. La bestialidad es humana”.
Y me gustaría concluir con la reflexión de un genio de la humanidad, Leonardo Da Vinci: “He, desde temprana edad, aborrecido el uso de la carne, y llegará el día en que los hombres verán el asesinato de animales como ahora ven el asesinato de hombres”.
Ya es hora que alguien diga. Que sólo la arrogancia del animal humano clasifica cómo animales a los otros seres vivos. Todo ser sintiente es persona. Cada cual, en su naturaleza, es único. Pero todos animales o todos personas. Y En ésta tierra regalada para ocuparla, nadie es más que nadie.