En un escenario político marcado por el ascenso de la ultraderecha y el retroceso de los partidos tradicionales, Alemania se encamina hacia una nueva gran coalición. El líder democristiano Friedrich Merz se ve abocado a pactar con la debilitada socialdemocracia, en un intento por garantizar la estabilidad del país y contener el avance de las fuerzas más radicales.
Los resultados electorales han situado a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) como la segunda fuerza política, un hecho que sacude el tablero político y pone en alerta a las formaciones democráticas. Sin embargo, Merz ha logrado evitar la necesidad de incluir a Los Verdes en las negociaciones, allanando el camino para un gobierno bipartito con el Partido Socialdemócrata (SPD), que ha experimentado un notable retroceso en los comicios.
El descalabro de los liberales, que han quedado fuera del Bundestag, ha sido otro de los factores determinantes en el complejo panorama postelectoral. Su ausencia deja sin opción una posible alianza entre democristianos y liberales, forzando así a la CDU/CSU a buscar acuerdos con los socialdemócratas.
El desafío ahora para Merz y el SPD será articular un gobierno sólido y funcional en un contexto de creciente polarización. La gran coalición, aunque vista por muchos como un mal menor, podría convertirse en la única vía para evitar que Alemania caiga en la inestabilidad política y el populismo.
Las próximas semanas serán clave para definir los términos del acuerdo y la dirección que tomará el nuevo gobierno alemán en un momento crítico para Europa y el mundo.
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