En 1948 desde Buenos Aires, exiliado en Argentina, Juan Ramón Jiménez expresaba el siguiente sentimiento:
“De los poetas españoles muertos durante la guerra los más señalados fueron Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Federico García Lorca y Miguel Hernández. De ellos el que peleó en los frentes y no quiso salir de su cárcel donde se estinguía tísico y cantando sus amores, mientras otros compañeros siguieran retenidos, fue Miguel Hernández, héroe de guerra. Decir esto que yo digo es justo y exacto”. La poesía de Miguel Hernández es una suave caricia en las manos encallecidas de un trabajador, una fresca brisa sobre la cara quemada por el sol de una madre arando la vida para obtener esperanza para su descendencia, una contundente defensa de todos los desprotegidos y olvidados. Un compromiso que nace de la profunda conciencia del poeta sobre sus propios orígenes. Sin traicionar en ningún momento a la gente humilde ni a sus valores.
¿Quién da su vida por defender sus valores es un héroe? Depende de qué valores se defiendan, evidentemente. Para Mussolini posiblemente Hitler fuese un héroe y para los franquistas todos aquellos criminales de guerra, carniceros de su propio pueblo, quizás tengan esa categoría. Por eso les regalaron las haciendas y propiedades de todas aquellas personas previamente asesinadas. Queipo, llamando a la violación de mujeres y a matar como perros a quienes defendían un Gobierno democrático, también será héroe para los mismos que defienden los ejemplos anteriormente citados.
Para las personas que defendemos el diálogo y los acuerdos como vías principales del progreso de una sociedad, excluyendo categóricamente de la misma la violencia, los personajes que actúan imponiendo sus ideas o valores por estos métodos jamás podrán alcanzar la categoría de héroes. Ir en defensa de una posición nazi en el contexto de una guerra mundial, con los campos de concentración y en la que el mundo libre luchaba contra el totalitarismo, parece formar parte del constructo vital no solo del vicepresidente primero de la Asamblea de la Ciudad Autónoma, sino de todo Vox. ¡Enhorabuena, una vez más, señor Vivas! Y no lo digo yo, sino que, en el tweet compartido, COMPARTIDO, aparece la siguiente frase: “Recordar nuestra historia y nuestros héroes nos hace más fuertes”.
Me debe disculpar tanto el vicepresidente primero de la Asamblea del señor Vivas, como Vox al completo, pero no es mi historia defender el régimen nazi ni me hacen más fuertes esos episodios si no es para reafirmarme en lo que dije antes. Aquello sobre “las personas que defendemos el diálogo y los acuerdos como vías principales del progreso de una sociedad…” Es más, ni tan siquiera es la historia de la inmensa mayoría de los españoles. Vuelvo a insistir que héroes son los que sienten tanto a su patria que dan lo mejor que tienen por ella y me circunscribo a las palabras de Juan Ramón con las que comenzaba este artículo. Pero, de nuevo una salvedad importante, pero no nueva, una acción puede ser valerosa por el contexto, pero ese mismo contexto determinará si es justa y si los valores que se defienden también lo son y retomo lo de ir en ayuda de una posición nazi en un contexto en el que el mundo libre luchaba contra el intento de imposición totalitaria del nazismo. Al que ya grandes tropelías y masacres se le permitió en España.
Otra salvedad, no es lo mismo la historia de una nación que los hechos que la sociedad entiende que forman parte de su historia. Lo explicaré. Un hecho sucede. La intervención de tu país en una guerra. Dígase la fotografía de las Azores y la invasión de Irak. España participó. Gracias a Aznar. Pero la sociedad española dejó un mensaje claro en las calles de lo que pensaban de esa actuación. En los libros de historia estará que España formó parte de tamaña mentira. En el subconsciente colectivo de la sociedad española, en su intrahistoria social, lo que queda fue el mensaje que dimos los españoles manifestándonos en contra de esa intervención. No voy a meter a ninguna comunidad en este artículo porque mi idea no es, ni ahora ni nunca, crear crispación. Cada comunicad cultural o religiosa tiene su propia identidad y tendrá sus propias opiniones sobre lo que representa compartir un tweet como el compartido por el vicepresidente primero de la Asamblea de Vivas. Si bien es cierto que la responsabilidad institucional que conlleva su cargo le debiera hacer comportarse de otra manera.
Yo no me voy a rasgar las vestiduras porque Vox es Vox y en Ceuta más. Pero es que los ceutíes han votado lo que han votado. Y el señor Vivas hace los pactos que hace. Luego van todos, incluidos partidos locales, y, con buena intención entiendo, firman un manifiesto antirracista que en sí mismo es una confirmación del racismo existente. Por parte de algunos, eso sí. Pero de dicho manifiesto participan todos sin haberse sentado un momentito a reflexionar y poner las cosas en su sitio. De otro héroe son estos versos:
El hombre de estos campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.
Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.
Por tierras de España
Antonio Machado
Señor Vivas, por favor, párese de vez en cuando ante la estatua que siempre encontrará llena de flores frente a la entrada del Ayuntamiento. Pero párese de verdad.
Ramón Rodríguez Casaubón