Tras más de un año de hostilidades y casi dos meses desde el inicio de la invasión terrestre, los bombardeos israelíes cesarán en el sur del Líbano a partir de este miércoles. El alto el fuego, firmado por el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, con el auspicio de Estados Unidos y Francia, marca el inicio de un proceso de desescalada que busca reordenar la región. Según los términos del acuerdo, el sur del Líbano será desmilitarizado en una primera fase de 60 días, permitiendo el retorno de cientos de miles de refugiados desplazados por la guerra.
Aunque el pacto se formalizó entre los gobiernos de Israel y Líbano, en la práctica, el acuerdo se centra en la milicia chií Hezbolá, que gobierna de facto el sur del país como un Estado paralelo. Años de desgobierno en Líbano, junto con el respaldo popular de Hezbolá y el apoyo estratégico de Irán, han convertido a la organización en una fuerza determinante en la región. A pesar de la presencia de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano (FINUL), encargada de supervisar la Resolución 1701 desde 2006, la paz y el cumplimiento de la llamada Línea Azul nunca se han consolidado. Con este nuevo alto el fuego, se busca revitalizar dicho acuerdo y establecer una zona de amortiguamiento que evite futuras escaladas.
El conflicto se intensificó tras los atentados de Hamás en Israel el pasado 7 de octubre, cuando Hezbolá respondió con ataques desde el Líbano como muestra de apoyo a Gaza. Esto desencadenó un intercambio de ataques aéreos y una invasión terrestre israelí que se cobraron la vida de más de 3.700 personas y desplazaron a más de 1,2 millones de libaneses. Aunque el objetivo inicial de Hezbolá era abrir un nuevo frente para debilitar a Israel, el Gobierno de Netanyahu aprovechó la situación para intentar desmantelar a la organización en el sur del Líbano.
El proceso de desarme y retirada de Hezbolá, supervisado por la comunidad internacional, plantea la esperanza de estabilidad en una de las zonas más convulsas de Oriente Próximo. Sin embargo, las tensiones históricas entre Israel, Líbano y sus actores indirectos, como Irán, hacen que el éxito de este acuerdo sea incierto. A las 10:00 (hora local), se dará el primer paso hacia una tregua que podría cambiar el curso del conflicto o, por el contrario, ser solo una pausa temporal en una guerra que parece interminable.