La hondureña Ana Gricelides reconvirtió el dolor y la angustia de tener a un hijo desaparecido en activismo. Vive en México, donde perdió la pista de Óscar Antonio López, su hijo de 18 años. Desde el 2012 participa y organiza en el Movimiento Centroamericano y de la Caravana de Madres de Migrantes Desaparecidos, y participó, como representante de estos colectivos, en la «Carovana per i Diritti dei Migranti per la Dignità e la Giustizia» del 2016. Hablamos con ella de la situación de las personas de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua que deciden migrar, de la represión que hay hacia ellas. También de la violencia que impera las rutas migratorias y como es un problema global. Para Ana, todas estas muertes son un «crimen de Estado».
Gricelides acompañó a la Caravana Abriendo Fronteras en su visita a Ceuta. Tuvimos la oportunidad de hablar con ella en los Jardines de la Argentina.
¿En cuántas caravanas ha participado?
En 2012 fue mi primera caravana, aunque el Movimiento de Migrantes Mesoamericano lleva 14 años haciendo Caravanas de Madres de Centroamérica, donde participan madres de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Recorren varios lugares de México siguiendo las rutas migratorias buscando a sus hijos e hijas desaparecidas. Óscar desapareció en México en el año 2010 y yo estaba en Honduras.
Estuve dos años buscando desde mi país pero fue imposible obtener alguna respuesta. El movimiento migrante mesoamericano me invitó a participar con ellos en la Caravana de Madres y así fue como llegué en el año 2012 a México. Después de esta primera caravana continué participado como organizadora.
¿La caravana ha servido como altavoz en los países mesoamericanos? ¿Hay más comunicación entre países o se ha creado alguna red? ¿Qué frutos ha dado?
Han funcionado muchísimo, ha sido un éxito. Ha sido la única forma de visibilizar, de denunciar, de exigir a los gobiernos la aparición de los familiares, y también de investigar. Salimos con las familias a recorrer las rutas migratorias, vamos por las casas que están en las líneas del tren, que sabemos que allí se quedan los migrantes; visitamos plazas públicas para hacer exposiciones de fotografías, así como en reclusorios, zonas fronterizas, cantinas donde pueden haber muchachas… y así logramos conseguir mucha información, pistas por las que localizamos personas con vida. En estos catorce años de Caravana hemos localizado a más de trescientas personas con vida. Y también funciona crear redes de apoyo con personas que están en la frontera con Estados Unidos o en otros países. Por ejemplo, a mí me ha funcionado mucho la gente que está ya en Estados Unidos, donde no podemos entrar pero alguien puede buscar y pasarnos información.
O sea, que la creación de redes al margen de los poderes de los estados es lo que ha dado frutos, ¿no?
Eso, y concienciar a las personas, porque muchas veces la gente no sabe lo que está sucediendo en su propio país. Mucha gente con la que venimos aquí (con la Caravana Abriendo Fronteras), no saben lo que está sucediendo en México, y esto que estamos en la misma lucha. Esta Caravana es una forma también de denunciar todo lo que está pasando con los migrantes.
Tenemos un proyecto que se llama «Puentes de Esperanza», que nos ha ayudado mucho a localizar también a los migrantes, porque con las Caravanas se ha difundido mucho y se ha sabido que hay madres que están buscando a sus hijos. La gente cuando sabe que una persona es migrante le pregunta si tiene comunicación con sus familias en centroamérica. Si no la tiene, se pone en contacto con nosotros para que busquemos a la familia. Creo en esta labor, le tengo muchísima confianza y es lo que nos ayuda con esta tragedia que estamos pasando. De otra manera, vemos que a las autoridades no les interesa lo más mínimo buscar a nuestros desaparecidos y evitar que sigan desapareciendo. Siguen cerrando fronteras y poniendo vallas. ¡Este problema es global! Este es el motivo por el que hay tantas familias sufriendo, como es mi caso.
Ahora la frontera de México está saliendo constantemente en las noticias europeas, por el muro de Trump y por la represión a la caravana de migrantes. Que haya migrantes meso-americanos y que sean reprimidos siendo migrantes puede parecer que es algo nuevo. ¿Lo es?
La gente piensa que esto es nuevo, que los migrantes han empezado a llegar a México a partir de octubre del 2018, pero esto no es así. La gente antes no los veía porque pasaban escondidos y en grupos pequeños. Eran invisibles. Pero luego se empezaron a juntar para protegerse. A esto nosotros no le llamamos caravana, porque una caravana es organizada, hay alguien detrás, la gente va con una agenda, mientras que a estos migrantes nadie los organizó. Ellos se empezaron a juntar viendo la situación tan difícil que había en Honduras y que no tenían dinero para pagar un «coyote»…
¿Un coyote?
Es esa persona que se encarga de pasar a los migrantes de su país de origen a México. Otro los recibe en México y los pasa a la frontera con Estados Unidos. O los entrega al crimen organizado. ¿Qué pasa con los que pasan pagando a un coyote, un pollero, a un guía? Un ejemplo: la persona está en Honduras: si tiene una casa, una propiedad, se la da a este pollero a cambio que lo lleve a Estados Unidos. Muchas veces el migrante tiene familia, y la manda a casa de otros familiares para él poder entregarle la casa al pollote. Pero luego, llegando a la frontera con México o Estados Unidos, lo detienen y lo deportan. Cuando esta persona llega a Centroamérica no tiene dónde llegar, porque se ha arriesgado. Es tanta la desesperación que se entrega todo, hasta la vida en el camino. Ellos son conscientes que en el camino corren un riesgo muy alto, que pueden ser secuestrados, que las mujeres pueden ser violadas. Tratan de no dar ninguna información, como no decir que tienen familia en Estados Unidos que pueden responder por ellos, porque son retenidos, secuestrados, y los delincuentes extorsionan a los familiares. A muchos de ellos los han asesinado.
Yo salí el lunes 8 de julio de México. El domingo por la noche nos avisaron de un secuestro de cuatro familiares. Aunque pagaron el rescate, mataron al padre y dejaron huérfanos a los dos hijos en el camino. Los están exponiendo ahora porque salieron en grupo para protegerse. Después de las amenazas de Donald Trump, de aplicar los aranceles si México no detenía la migración centro americana, el presidente del país cerró la frontera sur con Guatemala para que los migrantes no pudieran acceder al territorio. La cerró enviando tropas de la guardia nacional, creada muy recientemente para que cerraran la frontera. El presidente mexicano cerró el paso, pero las personas siguen llegando, esto no se va a detener aunque entran como antes, escondidas, sin ser visibles, siendo más fácil caer en secuestros, o en una red de trata. Son aún más vulnerables.
…
La preocupación para nosotros, y para mí como madre, porque yo sé lo que se sufre, es la desaparición de un hijo. Los familiares, cuando estamos en otro país, no nos damos cuenta en el momento en que nuestros familiares están desaparecidos. Se queda una esperando una llamada sin saber que, quizá, el familiar ha sido asesinado. Todo esto es responsabilidad de esta política migratoria. Cada vez va aumentando más la delincuencia. Por esto nosotros hacemos este trabajo de búsqueda, porque si no sabemos que nadie lo va a hacer.
Por esto también estoy muy agradecida de lo que están haciendo acá, porque en los países latinos se desconoce lo que está haciendo Europa. Yo tenía otra imagen de la autoridad europea, de la policía, …. las personas que están allá, en aquellos países, tienen otra idea de la política europea. No nos damos cuenta que aquí también se está asesinando a estas personas inocentes, que es gente humilde, que no está haciendo daño a nadie. Tampoco nuestros hijos salen con la intención de dañar a nadie, al contrario. Son personas sanas, con metas, con ganas de salir adelante, esto es lo único que ellos llevan en el camino, los sueños que les arrebatan.
En México, en esas fronteras, la gente termina en fosas clandestinas, disueltos en ácido para que sus familiares nunca más los encuentren. Los incineran… y aquí estoy viendo el mar que se los traga. Esto es una injusticia, y tenemos que hacer entre todos que esto se detenga y entre todos tenemos que hacer que esto se detenga. Es un crimen, es un crimen de estado.