Solo en 2021 la Fundación ANAR atendió 1.297 casos de abuso sexual a través de las Líneas de Ayuda, lo que supone un incremento del 80,9% respecto a 2020
La celebración de fiestas estivales en verano ha regresado a la normalidad este 2022, y con ellas el aumento de los riesgos de agresiones sexuales, violaciones grupales y grooming, entre otros, según alerta la fundación ANAR.
La Fundación ANAR, dedicada a la promoción y defensa de los derechos de las niñas y niños y adolescentes en situación de riesgo y desamparo, ha pasado de atender 717 casos de abuso sexual en 2020 a 1.297 casos en 2021. Esto supone un incremento del 80,9%, con una preocupante tendencia de violaciones grupales en la última década, que ha aumentado hasta alcanzar el 10,5% del total de agresiones y abusos sexuales tratadas a través de las Líneas de Ayuda que ANAR pone a disposición de niños, niñas y adolescentes, y de sus familias y centros escolares.
Solo a lo largo de 2021, ANAR atendió 251.118 peticiones de ayuda que le permitieron prestar ayuda a 16.442 niños, niñas y adolescentes en España, víctimas de distintos tipos de violencia, problemas de salud mental como autolesiones, trastornos de la alimentación o intentos de suicidio, así como acoso escolar o abuso sexual.
Como explica el director de Programas de ANAR, Benjamín Ballesteros, “es preocupante observar cómo a lo largo de la última década hemos pasado de tener un 2,1% de casos de abusos sexuales en grupo, a un 10,5% en el último año. Sin duda este es un fenómeno en el que estamos viendo con preocupación que los jóvenes están banalizando este tipo de comportamientos, alejándose cada vez más de la empatía hacia las víctimas”. El consumo de pornografía desde edades muy tempranas sin ningún tipo de control parental están, a su juicio, entre las posibles causas que expliquen este fenómeno.
En alguno de los casos de abusos sexuales en grupo difundidos recientemente por los medios de comunicación, las víctimas fueron contactadas y citadas a través de las redes sociales. Como recoge el I Estudio sobre abuso sexual en la infancia y adolescencia según los afectados y su evolución en España (2008-2019), realizado por el Centro de Estudios e Investigación de la Fundación ANAR, también vienen aumentando especialmente los abusos a través de las tecnologías. Con un 36,7% de crecimiento en grooming y un 25% en sexting.
Solo el año pasado, ANAR atendió 502 peticiones de ayuda por grooming, que implicaron la ayuda directa a 51 víctimas de esta práctica delictiva cada vez más extendida.
Por ello, alarmada por este incremento de casos y con el objetivo de prevenir y evitar nuevas víctimas en el futuro, la Fundación ANAR, dedicada a la ayuda y protección a la infancia y la adolescencia en riesgo, ha elaborado un video destinado a sensibilizar sobre el peligro del grooming, en el que se muestra, por medio de un falso experimento social, lo fácil que es caer en el engaño de acosadores y abusadores a través de las redes sociales.
Decálogo de recomendaciones
Así mismo, ante el riesgo que suponen los abusos sexuales en grupo a menores de edad y los dramáticos acontecimientos de violaciones “en manada”, ANAR ha preparado un decálogo ante las agresiones sexuales en grupo. Un decálogo que acoge recomendaciones nacidas de su experiencia de 52 años en la atención a niños, niñas y adolescentes en riesgo y desamparo.
Entre ellas, alega que es fundamental que los medios de comunicación cuenten con protocolos de protección a la infancia y la adolescencia a la hora de abordar el tratamiento informativo de cualquier noticia o suceso en que estén implicados menores de edad, cumpliendo estrictamente el principio de confidencialidad y evitando, a su vez, dar datos que permitan identificar a los y las víctimas y sus familias, tales como población, nombre, u otros detalles que faciliten o favorezcan la estigmatización, el acoso por el juicio popular.
La innecesaria especificación de detalles escabrosos, dicen, solo contribuye al tratamiento morboso de la información, la retraumatización de la víctima y el posible efecto llamada para otros agresores dispuestos a replicar el procedimiento de captación y abuso.
Del mismo modo, recomiendan no hacer públicos los detalles del caso que puedan permitir la identificación de las víctimas como puede ser una localidad pequeña de residencia, pues favorecen el escarnio público y la persecución mediática y social, que abocan a muchas familias de víctimas a trasladar sus residencias. Esto les puede causar un nuevo perjuicio tanto social, como económico, psicológico y emocional que perdura en el tiempo y tiene efecto en todos y cada uno de sus miembros.
Por último, la fundación ANAR ha querido recordar que la víctima nunca es responsable del abuso o agresión sexual sufridos. Menos aún cuando se trata de menores de edad que, independientemente de su edad, por su propia condición, se hallan en una situación de vulnerabilidad.
Los ciudadanos tienen también una responsabilidad, y es evitar favorecer la difusión de conductas que atenten contra la integridad física y moral de las personas, los juicios populares y la banalización de la violencia en todas sus facetas, manifiesta la fundación.