El chef denuncia que muchas personas siguen tirando el aceite usado por el fregadero, algo que considera una «auténtica guarrada».
Karlos Arguiñano, quien cada Navidad arrasa con su libro de recetas, ha aprovechado su reciente paso por Madrid para presentar su nueva obra 545 recetas para triunfar, en la que recoge una gran variedad de platos sencillos y deliciosos. Desde aperitivos hasta postres, el chef asegura que sus recetas son infalibles, destacando que son perfectas para hacer en familia.
Durante su visita, Arguiñano también compartió algunas reflexiones sobre los hábitos cotidianos, tanto en las ciudades como en los pueblos, y cómo estos impactan en la cocina. En especial, hizo hincapié en una práctica que le horroriza: «El 90% de las personas tiran el aceite usado por el fregadero. Algunas seguirán haciéndolo y les dará igual, pero eso es una auténtica guarrada», expresó con firmeza, recordando la importancia de reciclar correctamente el aceite. «Hay que tener un bote para recogerlo y luego llevarlo a un punto limpio», agregó, subrayando que esa práctica no solo daña el medio ambiente, sino también las instalaciones de las casas. «El colesterol que producimos, lo transmitimos a todas las tuberías», comentó.
En cuanto a su propia cocina, Arguiñano es conocido por su meticulosidad y limpieza. De hecho, muchas personas le han parado en la calle para halagarlo por lo pulcro que es en su trabajo: «Me dicen ‘¡qué limpio eres! Enséñame las manos'», bromea el chef. Aunque con el tiempo, parece que su hijo Joseba está ganando popularidad entre sus seguidores: «¡Fíjate si son listas!», comenta con una sonrisa.
El chef también ofreció algunos consejos sobre la vida cotidiana, como la importancia de contar con un fregadero grande en la cocina o el valor de ser considerado al ir de invitado. «Siempre hay que llevar algo, no olvides tocar la puerta con el pie», dijo entre risas. A pesar de sus 76 años, Arguiñano asegura estar en su mejor momento y no tiene planes de retirarse. «Cocinar como una abuelita me hace feliz», añadió, recordando sus días de grabación en televisión, donde prepara dos platos en una hora.
Aunque ha dejado en manos de sus hijos el restaurante que abrió frente al mar, Arguiñano disfruta de una vida tranquila en el campo, rodeado de animales y naturaleza. Pasea cada día más de hora y media y, en sus momentos libres, disfruta tomando café con sus amigos. En su casa de campo, también conserva una tradición familiar especial: «Nos regalamos árboles cada Navidad. Cada hijo y cada nieto planta uno, y ya tenemos más de 300. Es precioso ver cómo crecen y dan frutos», concluyó.