Arona Ndoye es uno de los actores del grupo Teatro Sin Papeles. Llegó a Ceuta hace unos años y ahora vive en Madrid. Además de participar como actor en la compañía teatral, Arona trabaja en una empresa que se dedica a la fabricación de piezas aeronáuticas, como fresador de control numérico. Este joven sabe lo que es el rechazo del sistema y que la gente te mire como al «otro», por eso cree que es necesario que la gente abra los ojos y no caiga en generalizaciones interesadas que hacen algunos medios de comunicación para estigmatizar a las personas que migran. Puede parecer una obviedad, pero Arona nos recuerda que cada migrante es una persona que tiene su propio nombre y sus propios apellidos.
Arona Ndoye ha vuelto a Ceuta para interpretar la obra «Boza» en el escenario del Salón de Actos del Ayuntamiento en los actos que conmemoran la tragedia del Tarajal. Desde El Foro de Ceuta pudimos conversar con él tras la finalización de la VII Marcha por la Dignidad.
¿Cómo nace la idea de crear un «Teatro sin papeles»?
La idea nace desde el análisis. Muchas veces nos invitaban a dar charlas para contar nuestra experiencia sobre la migración: cómo hemos venido, cómo ha sido el camino, cómo está siendo la integración y las dificultades estamos teniendo… Entonces, en base a esto, estuvimos pensando que cada vez que hacíamos estas charlas, que contábamos nuestro testimonio, la gente se quedaba con la imagen de «Pobrecitos, que mal lo han pasado». Nosotros queríamos más. La intención o la idea no era esa, que nos mirasen como a «pobrecitos», era poder cuestionarnos entre todos y entre todas qué está fallando o qué podemos mejorar. Así llegó mi compañero con un director de teatro que nos propuso formarnos en expresión corporal y utilizar el teatro para representar esas realidades.
Al principio muchos estábamos un poco nerviosos porque no habíamos hecho nunca teatro, era una experiencia nueva, pero fuimos probando y al final estamos satisfechos con el resultado porque es exactamente lo que necesitábamos. Vemos que el mensaje llega a la gente, hay un rato de humor, y se genera siempre esta reacción de cuestionarse en qué podemos mejorar, dónde estamos fallando.
¿Dónde habéis actuado hasta el momento?
Empezamos en Madrid en la sala Metáfora, pero con el tiempo se nos ha escapado un poco de las manos. La gente se fue enterando de que existía un teatro que se llamaba «Teatro sin papeles» y todo el mundo nos quería ver. Hemos viajado mucho por España, como hoy que hemos venido a Ceuta y hace poco estuvimos por Barcelona, Valencia, Gijón…
Tenéis la obra «Boza», pero estáis preparando nuevos proyectos…
Exacto. Llevamos dos años actuando con «Boza» y hemos decidido pasar a un nivel superior, hacer otros proyectos que han surgido con el tiempo como el tema de las mujeres migrantes y otros temas más profundos sobre América latina. La idea es acabar con «Boza» este año, tenemos la última actuación prevista para finales de julio y ya pasaremos a otras obras. Mientras tanto, hemos escrito un libro sobre cómo fue la formación de «Boza» y cómo organizó todo desde el principio.
¿Cómo os organizáis? ¿Cuál es la realidad de las personas que formáis Teatro Sin Papeles?
Podemos decir que empezó por Ceuta. La mayoría de las personas que estamos en el teatro hemos pasado por Ceuta y también por Elin. Cuando salimos a la península, los que vivimos por Madrid nos vamos enterando de esta iniciativa de utilizar el teatro para esta causa y poco a poco nos vamos incorporando.
Es cierto que hay compañeros nuestros que todavía están en fase irregular y por eso no han podido venir a actuar. Mover mucha gente es difícil, tenemos un grupo con papeles muy repartidos y con varios actores por si un día uno no puede actuar. Al fin y al cabo, mucha gente también nos dedicamos a otras cosas, algunos a sus trabajos, otros a sus estudios. Cada vez que nos proponen actuar nos organizamos en función de la gente que tiene disponibilidad.
¿Cómo y cuándo llegaste a Ceuta?
Llegué en patera. Nos perdimos en el Mediterráneo. Salí de Tánger en una patera a remos junto a otras nueve personas. Entonces, cuando nos perdimos en el mar nos rescató Salvamento Marítimo y llegamos aquí a Ceuta. Yo estuve once meses en el CETI. El viaje fue muy complicado.
¿Qué crees que pasa con el auge de la extrema derecha?
Es una situación muy difícil. El auge de la extremaderecha está vendiendo una falsa información. Está intentando manipular esa información metiendo miedo a la gente con que el migrante viene aquí a quitar, a delinquir. Realmente no es el caso. Es lo que intentamos transmitir en el teatro: venimos con un bagaje interno que queremos compartir, cada uno que viene tiene una profesión en su país o tiene otras cosas que enseñar, cosas muy positivas. Pero siempre pasa algo con una persona concreta y generalizan con esos mensajes de que los migrantes vienen a quitar.
Realmente yo no veo ningún mal en eso (la inmigración) porque la gente que viene y trabaja aquí cotizando en la Seguridad Social, como todo el mundo, es algo positivo para España. Yo veo que lo que hacen es manipular la información. La gente tiene que abrir los ojos e intentar quitarse esa barrera que nos han impuesto para ponerse en el lugar de las personas y ponerles nombres y apellidos.
¿Cómo podemos resumir los problemas a los que se enfrentan las personas que intentan regularizar su situación?
Pues con esa trampa que suelo decir muchas veces. La ley dice que el inmigrante que entra de forma irregular tiene que estar empadronado en España tres años, mostrar justificantes de que está integrado en la sociedad, te piden hablar castellano, etc., pero no te ofrece esos recursos. Cuando uno llega necesita atención, una persona que le muestre un poco el camino, y este recurso no llega a todo el mundo. Ahí está la primera dificultad. Luego te piden justificantes, pero saben que no tienes papeles. Te piden un certificado de trabajo, pero si no tienes papeles es muy difícil que te ofrezcan un contrato de trabajo.
Mucha llega a centros de acogida, no quiero dar muchos nombres, pero como Cruz Roja, CEAR o ACCEM, aunque al final se te acaba el tiempo, no hay sitio, tienes que salir para que entren otras personas que llegan y te ves en situación de calle y estás obligado a comer, a sobrevivir, a pagar la casa… Y ese dinero no cae de la lluvia. Al final la gente entra en trabajos donde los explotan en los campos, o están vendiendo en la calle perseguidos por la policía en la calle. Esa gente tiene unas necesidades básicas que no están cubiertas de ninguna forma y tiene que buscarse la vida. Eso al final supone más dificultades porque si te ponen multas luego tienes más problemas para solicitar tu documentación.