Si bien es cierto que la profesión de ARQUITECTO, hoy en día, se considera una ocupación sujeta, mayoritariamente, a los hombres, no está de más recordar que desde el último siglo y medio, un gran número de mujeres han establecido influyentes referencias y estándares para la Arquitectura. Desde inicios del siglo XX, las mujeres demostraron que esta profesión podía ser ejercida en igual manera por ambos géneros, manifestando que la calidad de una obra no dependía del mismo. A día de hoy, podemos decir que su disciplina por la profesión no fue un desprestigio de las cualidades del hombre, sino que pusieron en valor las habilidades que todo buen arquitecto debe tener, sea hombre o mujer:
PASIÓN – COMPROMISO – CONTROL DEL ESPACIO – INGENIO Y CREATIVIDAD – CUIDADO POR LOS DETALLES – COMPRENSIÓN
Cuando Walter Gropius fundó la Bauhaus en 1919, -sin duda, el referente primigenio de las Escuelas de Arquitectura de las universidades de hoy- en su primer año, tuvo matriculadas a más mujeres que hombres, aunque en una proporción muy similar. Ante este extraordinario acontecimiento y sorpresa para él mismo, les dijo a sus alumnos: «En el trabajo somos simplemente profesionales de nuestro arte (…) derechos iguales pero también deberes iguales».
A pesar de esta nueva perspectiva para ellas, su inicio no fue fácil, pues se puso en juicio las capacidades de las mujeres para comprender el espacio tridimensionalmente. Sin embargo, gracias a esta oportunidad se probó que eran tan válidas como los hombres. Compañeros suyos que las juzgaron prematuramente, más adelante las reconocieron como sus colegas de profesión y sus iguales. Y aunque ellas no serían consciente del valor de estos acontecimientos, hoy son un ejemplo y un gesto de ese cambio de igualdad que se demandaba.
Eileen Gray, Lina Bo Bardi, Scott Brown (una de las invisibles que su época no reconoció, pero sí valorada por sus compañeros, en especial su socio, y gran referente de la arquitectura, Robert Venturi), Alison Smithson, Anne Tyng son ya referentes en todas las escuelas de arquitectura. Mujeres de hoy, como Kazuyo Sejima, Zaha Hadid (primera mujer en ganar el premio Pritzker, 2004), Carme Pinós, Carme Pigem (RCR Arquitectes, primera mujer española en ganar el premio Pritzker, en 2017) han destacado en esta profesión y son mundialmente reconocidas, no por ser mujeres, sino por su pasión, su capacidad de transformar el espacio y, sobre todo, por su habilidad de transmitir emoción a través de sus obras. Ellas han sabido superar con creces las expectativas, a no dejarse amedrentar por cualquiera que se atreviera a menospreciarlas, quizás no han tenido las mismas facilidades, pero eso no les ha impedido demostrar que son igual que los demás y han conseguido ocupar el lugar que merecen en la sociedad.
Las escuelas técnicas superiores de arquitectura siguen mejorando y transmitiendo el valor de igualdad que la sociedad exige. A día de hoy, el 50% de los estudiantes en las escuelas son mujeres. La manera de hacer escuela, permite que la formación sea versátil, completa y fácilmente adaptable a las necesidades de trabajo que exige el libre mercado y la sociedad. Es por ello que, cada día que pasa, vemos a más profesionales mujeres en igual diálogo y compromiso que sus compañeros masculinos. Y, si bien aún impresiona, o sorprende, a una parte de la población, que una mujer dirija una obra, debido a la falta de costumbre, es inevitable que en unos pocos años esta situación se vuelva rutinaria.
En la Arquitectura, hombres y mujeres valen por igual, porque lo que se juzga de ellos no es su género, sino lo que sus obras aportan al mundo.