El año pasado no se pudo realizar. El coronavirus marcaba las celebraciones de todas las comunidades religiosas no sólo en Ceuta, si no en todo el mundo. Este año las familias de la ciudad aguardaban con emoción el día más importante del Islam, el día en el todos los musulmanes del planeta conmemoran el sacrificio del profeta Ibrahim, que según la tradición musulmana, ofreció a Alá a su hijo Ismael y no a Isaac, como establece la Biblia. En el islam, al igual que en el catolicismo, Dios perdona la vida al hijo de Ibrahim, quien sacrifica en su lugar un cordero.
Hoy, en un día tan especial para la comunidad musulmana de Ceuta, acompañamos a la familia Chairi, que junto a sus familiares más cercanos realizan el rito del Sacrificio en su casa, en base al reglamento aprobado por la Ciudad que, según la Comisión Islámica de Ceuta, permite que sacrificar al animal en el domicilio «respetando las normas sanitarias».
Nos invitan a un rico desayuno tras el rezo que se ha realizado en las mezquitas, dulces y saladitos caseros, té con hierbabuena y azahar y mucha alegría por poder realizar su rito como se ha hecho siempre en la Ciudad de las cuatro culturas.
Este año, aunque se ha podido realizar el Sacrificio, sigue siendo atípico. No se ha podido realizar la Musala, el rezo colectivo que reúne a miles de ceutíes, aunque las mezquitas han permanecido abiertas para que los fieles pudiesen rezar.
Tras el rezo, los ceutíes se dirigen a sus hogares, los corderos o caprinos les aguardan para ser sacrificados. En casa de la familia Chairi tres corderos esperan su turno para ser sacrificados. En esta ocasión, son los hombres llevan a cabo el ritual mientras los pequeños de la casa observan con atención la labor que desempeñan los mayores.
Las mujeres se encargan de limpiar el cordero y preparar las tripas para la comida que se degustará a mediodía junto al hígado a la brasa. Una vez el cordero es degollado mirando a La Meca y con un corte limpio que evita que el animal sufra, se le quita la piel, extremidades y la cabeza, que se pone a la parrilla para ser utilizada al día siguiente en un cus cus.
El olor lo impregna todo, los niños y niñas continuan mirando, riendo y disfrutando del calor de este mes de julio, metidos en una piscina de plástico. Los mayores continuan con su tarea, la de entregar a Dios un sacrificio para ser bendecidos.
La fiesta del Sacrificio se alarga durante toda la jornada, ahora toca dejar todo bien limpio y preparar la comida del medio día, que se realizará en familia y dando las gracias por poder estar todos juntos a la misma mesa: pinchitos de hígado, garbanzos con las tripas y ricas ensaladas para refrescar y recuperar fuerzas para seguir trabajando.
La familia de Chairi ríe feliz a la mesa, pero hay momentos para recordar a su madre, que está en Marruecos, así como a aquellas familias que hoy, por diferentes circunstancias no pueden ofrecer su cordero a Dios.