El miércoles, un ataque aéreo israelí en Nabatiyeh, al sur del Líbano, dejó al menos 16 muertos, incluyendo al alcalde Ahmed Kaheel. El bombardeo impactó directamente en el edificio del Ayuntamiento, causando también la muerte de varios trabajadores municipales.
Entre los fallecidos se encontraban Sadiq Islamil, miembro del consejo municipal, el fotógrafo Mohamed Salim Baytar, y los empleados Qasim Hijazi y Mohamed Zahri. La gobernadora regional, Howaida Turk, describió el ataque como una ‘masacre’, señalando que la fuerza aérea israelí lanzó 11 ataques en la zona.
Las autoridades libanesas han movilizado equipos de emergencia para atender a los 52 heridos y gestionar la crisis humanitaria resultante. Este ataque se suma a una serie de bombardeos recientes que han devastado áreas clave de Nabatiyeh, incluyendo su histórico zoco.
El primer ministro libanés, Najib Mikati, condenó el bombardeo como un acto ‘deliberado’ contra una reunión del Consejo Municipal. Mikati criticó el silencio internacional ante las acciones de Israel, que, según él, fomenta la continuidad de estos ataques.
Imran Riza, coordinador humanitario de la ONU en Líbano, también condenó el ataque, lamentando la pérdida de vidas civiles y de miembros de equipos de socorro. Riza destacó que el ataque ocurrió durante una reunión de crisis en el municipio.
En paralelo, el Ejército israelí llevó a cabo bombardeos en los suburbios de Dahye, en Beirut, apuntando a un supuesto almacén de armas de Hizbulá. Estos ataques han intensificado las tensiones en la región, con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmando que continuarán las ofensivas contra Hizbulá en todo el Líbano.
La situación en el Líbano sigue siendo crítica, con más de 2.300 muertos desde el inicio de las hostilidades en octubre de 2023 y más de 1,2 millones de desplazados. La comunidad internacional observa con preocupación el aumento de la violencia y sus consecuencias humanitarias.