No es la primera vez, ni será la última, que denunciamos públicamente la situación insostenible de nuestra Atención Primaria. Los trabajadores de las distintas categorías de este primer nivel asistencial (facultativos, enfermería, administrativos, celadores…) ya no pueden más. Pero por más que se diga, alto y bien claro, es evidente que nuestros directivos hacen oídos sordos. La verdad es que, hasta puedo entender que la Directiva del INGESA en Madrid vea el problema de Atención Primaria de Ceuta lejano, muy lejano y en un doble sentido: en uno sencillamente físico (qué lejos estamos de Madrid), y en otro metafórico, pero no menos importante. ¿Qué le importa en realidad a la Directora del INGESA si no se consigue cita en Atención Primaria en Ceuta?. ¿Acaso le afecta a ella o a su familia?. ¿Tiene que esperar al teléfono para conseguir una cita?. Para todas estas preguntas los propios lectores pueden imaginarse la respuesta. ¿Y nuestros directivos ceutíes?. Quizás pensarán que mientras que son directivos, no tienen que esperar colas, ellos sí pueden elegir a quien quieran (y ya hemos visto cuáles son sus prioridades con las vacunaciones frente al COVID). Se sienten poderosos, y los problemas del común de los mortales no les afectan: ellos no son cualquiera, solo tienen que llamar por teléfono a uno de sus subordinados y “ponerlos firmes”. Pero, ¿piensan acaso en el daño que le hacen a la sanidad ceutí a medio y largo plazo?. ¿Piensan que en algún momento, no sólo dejarán de ser directivos, sino que serán simples jubilados, ancianos olvidados y a merced de un sistema sanitario desmantelado por ellos mismos?. Porque no cabe duda que todos nosotros tendremos, cuando seamos ancianos, la sanidad por la que luchemos aquí y ahora.
Aquí está el núcleo del problema, no se dan cuenta que el primer nivel asistencial es también la entrada al sistema sanitario de la mayoría de los pacientes y usuarios, y si no cuidas esta “puerta”, el resto se verá afectado. Del buen funcionamiento de Atención Primaria dependen, en buena parte, los resultados hospitalarios. Nuestros directivos están obsesionados con la lista de espera (porque de ella depende su productividad, claro, no vayan a pensar que es porque quieren que se les atienda a cuanto antes), y por eso mismo se han empeñado en bloquear sistemáticamente las derivaciones de Primaria a Especializada. Y en sí, que la Dirección realice un cribaje de las derivaciones no es criticable (siempre que se realice con criterios científicos, que quede claro quién y por qué rechaza la misma, y que asuma su responsabilidad en caso preciso) cuando se proporcionan los medios adecuados a Primaria para poder seleccionar bien los pacientes susceptibles o no de derivación. Para que Primaria haga bien su trabajo, y derive sólo aquellos pacientes que verdaderamente lo precisan, es fundamental que se le dé un medio de trabajo que no requiere de compra alguna (no hay que recurrir a licitaciones de contratos del sector público, ni a adquisición de costosas maquinarias). Simplemente hay que darle al médico tiempo para poder atender a sus pacientes. Y esta es la principal carencia de Atención Primaria: sus facultativos no tienen tiempo para valorar como se debe a un paciente. En menos de 10 minutos es imposible realizar una buena anamnésis (recogida de datos en la historia clínica con un objetivo diagnóstico) y exploración física, mucho menos revisar la historia previa del paciente de manera minuciosa, incluyendo pruebas complementarias y valoraciones previas de especialistas. Porque esto es lo primero que evita derivaciones innecesarias; una revisión cuidadosa de la historia del paciente. A esto hay que añadir que a Primaria se le limitan una serie de pruebas complementarias rutinarias en otras áreas de salud, con lo que se ven obligados a derivar a especialistas, sencillamente para que estos les soliciten aquello que se les deniega a los especialistas en Medicina de Familia. Un ejemplo de ello es la determinación de B12, la cual todavía se rechaza (si bien cada vez menos) cuando es solicitada por facultativos de Atención Primaria, todo un absurdo no sólo a nivel científico, sino organizativo.
Ya se ha comentado en otras ocasiones que los cupos de AP están sobredimensionados, que sobrepasan con creces los cerca de 1300 pacientes que la SEMFYC (Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria) estima como límite para una Asistencia Primaria de calidad, lo que repercute no sólo en la actividad propia de los facultativos, sino en el número de pacientes que debe asumir el personal de enfermería (o el administrativo). Y a pesar de ello, seguimos sin tener terminado el Centro de Salud del Tarajal, y ni se habla de la posibilidad de un cuarto Centro de Salud, o al menos de aumentar la plantilla de facultativos de familia para los que hay. Recientemente la Dirección de Primaria ha decidido reorganizar de nuevo las agendas, y estima que, como mínimo, un facultativo debe atender 15 consultas telefónicas y 25 presenciales, sin contar con los avisos a domicilio, con las urgencias y las “citas no demorables” (ni definidas ni limitadas en número). En las agendas se vsiguen citando a pacientes presenciales de tres en tres (para que se agolpen en la sala de espera, por aquello de cumplir con las recomendaciones del ministerio-ironía), para algunos facultativos las primeras citas son las telefónicas, para las que estima nuestra dirección que cinco minutos totales son más que suficientes (ya con conseguir que algún anciano descuelgue el teléfono puede pasar cerca de un minuto), con lo que, el inicio de las consultas presenciales suele demorarse (y se van acumulando tripletes de pacientes en la sala de espera, evidentemente poco contentos con la situación). Los contratados para el call center, dan la citas sin tener en cuenta las distintas agendas (muy probablemente por falta de instrucciones precisas y adecuadas), con lo que en ocasiones se mezclan y confunden citas presenciales con las telefónicas. Sin embargo nuestra Gerencia insiste en que “la asistencia telefónica ha llegado para quedarse”. Y paradójicamente se sigue haciendo ir al Centro de Salud para temas burocráticos (para recoger documentación, bajas, etc): los administrativos y celadores no dan abasto para atender el teléfono y las quejas de usuarios. Ahora en verano, además, se ven obligados los médicos a “doblar”, y si alguno se queja de que no se pueden “ver” 60 pacientes en una jornada (ver, porque de atender ni hablamos), la respuesta es: “pues otros lo hacen”. Se sique primando la cantidad a la calidad asistencial (ya saben, consigna demora=0 o lista de espera radiante, porque los buenos números de cara a Madrid implican la correspondiente buena productividad para los que nos mandan). Y si alguno se equivoca, ¿al directivo qué mas le da?: la reclamación o denuncia irá dirigida al “currito”. El “doblaje” es una realidad, y lo cierto es que no se están cubriendo todas las vacaciones de los facultativos de primaria porque ahora no se encuentran especialistas en Medicina de Familia en paro, con lo que se están contratando para este verano licenciados recién salidos de la carrera (que, siendo su primer trabajo, y por desconocimiento, serán más fáciles de manejar), y ni así se cubren todos los huecos. La otra cara de la moneda es que muchos de estos especialistas de Primaria se fueron hartos de esperar contratos dignos. Ahora la Gerencia tiene la excusa perfecta: “es que no hay”. Pero lo que hay que preguntarse es ¿por qué se permitió que se fueran?
Por todo ello, la situación de Atención Primaria es la crónica de una muerte anunciada como no se tomen medidas, y voy perdiendo la esperanza de que esta directiva reaccione. Quizás por eso, hasta especialistas en Medicina de Familia formados aquí han decidido abandonar Ceuta, el último de ellos no sólo formado aquí, sino Ceutí. Porque las perspectivas no son buenas, o te “revientan” en Primaria, o en Urgencias. Sin ni siquiera tiempo para atender pacientes con un mínimo de calidad, que es lo que reclaman justamente los trabajadores de Primaria, ni hablamos de otros temas relevantes como el incumplimiento de los descansos obligatorios en la jornada ordinaria, las jornadas prolongadas más allá (sin retribución ni compensación) para poder terminar de atender a los pacientes, o de la ausencia de horario establecido para sesiones clínicas, revisiones bibliográficas o diseño de protocolos asistenciales.
Pero, mientras tanto, nuestro Director Territorial sale ufano en prensa estrenando su nuevo SUAP. Al Sr Lopera se le nota que le gusta la obra pública (quizás equivocó vocación); sólo cuando sale anunciando alguna se le ve sonreír. Lo malo es que el personal no se fabrica, ni la arquitecta del INGESA (con la que vimos paseando inspeccionando obras) puede diseñarlo. Así que, tenemos un SUAP nuevecito-nuevecito (lo cual se agradece), ¿y personal suficiente para trabajar en él?. Los pacientes y usuarios son atendidos por personal sanitario y no sanitario, no por estructuras arquitectónicas por muy estupendas que sean. Y ya que le gusta inaugurar obras, Sr Lopera; ¿para cuándo el Centro de Salud del Tarajal?