La incertidumbre crece entre las casi 300.000 personas que esperan en el lado mexicano con la esperanza de alcanzar el ‘sueño americano’.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha generado un ambiente de desesperación y temor en la frontera con México. Las primeras medidas del mandatario, dirigidas a restringir aún más la inmigración, han dejado en vilo a las casi 300.000 personas que aguardan en el lado mexicano con la esperanza de cruzar hacia territorio estadounidense.
Desde la entrada en vigor de las nuevas políticas migratorias, el panorama en la frontera ha cambiado drásticamente. Muchos de los migrantes, procedentes de diversos países de América Latina, han visto cómo se disipan sus sueños de encontrar una vida mejor al otro lado del muro. “No tengo ni país”, expresa Luis Hernández, un hondureño que lleva más de seis meses esperando junto a su familia en un albergue de Tijuana.
La incertidumbre es palpable. Las medidas incluyen un aumento de las deportaciones y restricciones más severas para solicitar asilo, dejando a miles de personas atrapadas en condiciones precarias y sin una solución a la vista. Las organizaciones humanitarias han alertado sobre el aumento de la tensión y la desesperación en los campamentos improvisados que se extienden a lo largo de la frontera.
«Nos sentimos atrapados, sin un futuro claro», dice María García, una madre guatemalteca que viajó con sus hijos en busca de seguridad y estabilidad. La sensación de abandono y la falta de respuestas concretas de las autoridades estadounidenses agravan la crisis humanitaria en la zona.
Las políticas de Trump han endurecido el ya complicado camino hacia la regularización migratoria, dejando a miles en un limbo que podría prolongarse indefinidamente. Las esperanzas de alcanzar el ‘sueño americano’ se desvanecen ante la realidad de unas fronteras cada vez más cerradas.