El aroma del petróleo es lo primero que perciben los visitantes al llegar a Bakú. Este olor característico proviene de las explotaciones gasísticas y petroleras que rodean la capital de Azerbaiyán, tanto en tierra como en las aguas del Mar Caspio.
La COP29, la cumbre del clima de este año, se celebra en un lugar emblemático por su relación con los hidrocarburos. El presidente Ilham Aliyev destacó en su discurso inaugural que «el petróleo y el gas son un regalo de Dios», reflejando la profunda conexión de Azerbaiyán con estos recursos.
Villa Petrolea es un símbolo del poder histórico del petróleo en Bakú. Construida en 1884 por los hermanos Nobel, esta mansión de estilo bizantino fue un centro de operaciones para la industria petrolera. Hoy, además de ser un museo, alberga el exclusivo Club del Petróleo Nobel Bakú.
La transformación de la «Ciudad Negra» a la «Ciudad Blanca» es un ejemplo del esfuerzo del gobierno azerí por renovar su imagen. Este proyecto busca convertir un área históricamente contaminada en un moderno centro urbano, con parques y edificios que imitan estilos arquitectónicos europeos.
A pesar de estos cambios, la industria fósil sigue siendo prominente. Las exportaciones de gas y petróleo representan el 90% de las exportaciones del país, lo que subraya la resistencia de Bakú a abandonar su fuente histórica de riqueza.
El legado soviético dejó su marca en la industria petrolera de Azerbaiyán. Tras la nacionalización en 1917, la «Ciudad Negra» vivió años de decadencia hasta su reciente revitalización. Ahora, el gobierno busca que la «Ciudad Blanca» sea un símbolo de un nuevo comienzo para el país.
La COP29 representa una oportunidad para que Azerbaiyán muestre su compromiso con el cambio climático, aunque el éxito dependerá de su capacidad para equilibrar su dependencia del petróleo con un futuro más sostenible.