Moscú y San Petersburgo constituidos como los extremos de la línea “roja” que no se puede cruzar. ¿Qué hacemos nosotros juntos en Tokio sin poder vot(l)ar? Tan ilógicas son estas dos primeras oraciones como decir que las centrales nucleares son “verdes” porque no emiten CO2. Y de la mierda radiactiva, como la que me eché yo ayer, ¿quién nos va a proteger? Residuos regados en el subsuelo que nos dan su fruto para comer. ¡El desmantelamiento es muy caro! Mejor morir de rodillas que de pie [Si Emiliano Zapata levantara la cabeza y su fusil Mondragón…].
¡La solución es sencilla! Transformar la energía térmica en mecánica sin generar emisiones nocivas. Esas em(comp)ulsiones capaces de terminar de desmontar un sistema físico ya de por si deficitario. ¿Complejo todo esto que cuento? En fin… tu condición de turista masivo es sin duda una transgresión a la propia naturaleza humana. ¡Cómo me gustaría descargar mi adrenalina con estos monigotes de chanclas y sombrero (hechos tomates) al sol!
La vida cotidiana ya no “mola”. No sé si elegir el tráfico o el turismo… ¡A cuál peor! Cada vez se hace más dificultoso escapar del parque sin ser violado en la circunvalación por un coche o un furgón. ¡Sin piedad! Rebuzna un conductor mientras tira la colilla a los pies del tumulto junto a la luz roja del peatón. Tubos, humos y ruidos penetran la vida humana, vegetal y animal. ¿Los seres vivos no racionales lo permiten? Sus negacionistas yacen despedazados en medio de la calzada esperando la escoba del camión. Matanza inte(r)n(a)cional. ¡Es por el progreso! Alguien debe pagar…
Las arcadas incombustibles del borracho sentado en el portal frente a mí me animan a seguir escribiendo. Murmura rezos dirigidos a su Santísima e ilustrísima polla suprema. Aún así, ¡Merece la pena! Me escapé de la multitud y entré en los barrios olvidados. En el silencio del ruido y la pobreza de la vida cotidiana. Lo auténtico.
Ahí siguen día tras día los sedi(m)entos junto a los bordillos que hacen de muro de contención entre la carretera y la acera. El agua turbia arrastra hasta la alcantarilla solo el metal más preciado. ¿Son más importantes los que quedan o se van? Tanto unos como otros ofrecen vida a(l) (algún) lugar.
Unos padres me contaban las bonanzas de una hija “perfectamente enfocada”. Una muchacha que yo percibí como un edificio popular, decadente y decrépito. Una pequeña jaula con barrotes de madera en la ventana y un canario cantando en el interior [Su corazón]. Aparte del cautiverio del pajarito, todo lo demás rezumaba tranquilidad [Ellos se sentían felices] ¿Yo? Continué con mi lección.