El expresidente sirio Bashar al Assad, recientemente derrocado, y su familia han llegado a Moscú, donde han sido acogidos bajo la condición de asilados por motivos humanitarios, según confirmaron fuentes del Kremlin a las agencias rusas Tass e Interfax.
La decisión del gobierno ruso de conceder asilo político a Al Assad y su círculo cercano se enmarca en una política de protección humanitaria, según informaron las mismas fuentes, aunque no se han revelado más detalles sobre los términos del acuerdo o la duración del asilo.
Un final incierto para Al Assad
El régimen de Al Assad colapsó tras la entrada de fuerzas rebeldes en Damasco, marcando el final de más de una década de gobierno y conflicto en Siria. Las circunstancias de su salida del país no han sido completamente esclarecidas, aunque informes previos apuntaban a una huida precipitada hacia un destino desconocido tras la caída de la capital.
Rusia, un aliado clave del régimen sirio durante la guerra civil, ha desempeñado un papel decisivo en el conflicto, brindando apoyo militar y diplomático a Al Assad. Sin embargo, su acogida como asilado plantea preguntas sobre la futura relación de Moscú con el nuevo panorama político en Siria y su estrategia en la región.
Implicaciones internacionales
La llegada de Bashar al Assad a Rusia podría generar tensiones internacionales, particularmente con los países que han apoyado a la oposición siria y han señalado al expresidente por presuntos crímenes de guerra y violaciones a los derechos humanos.
Por el momento, ni Al Assad ni el gobierno ruso han emitido declaraciones oficiales sobre el asilo. Las miradas están puestas en Moscú, donde se espera que esta decisión tenga repercusiones tanto en la política interna siria como en el equilibrio geopolítico de la región.