El caso que involucra a Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez, toma un giro inesperado con la revelación de correos electrónicos que indican la implicación directa de una asesora de Moncloa en gestiones privadas relacionadas con su cátedra en la Universidad Complutense de Madrid. Esta nueva documentación podría complicar aún más su defensa en medio de acusaciones de intrusismo y tráfico de influencias.
El escándalo que envuelve a Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha dado un nuevo giro con la presentación de correos electrónicos en el juzgado que implican a Cristina Álvarez, asesora en Moncloa, en la gestión de asuntos privados relacionados con la cátedra de Transformación Social Competitiva de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), donde Gómez ocupa el cargo de codirectora. La información, entregada por la defensa de Gómez al Juzgado de Instrucción número 41 de Madrid, añade una nueva capa de complejidad a un caso que ya involucra acusaciones graves de intrusismo, tráfico de influencias y uso indebido de recursos públicos.
La polémica comenzó cuando se descubrió que Begoña Gómez podría haber utilizado su posición para influir en decisiones relacionadas con su cátedra, algo que los fiscales consideran como un posible delito de intrusismo. La cátedra, financiada tanto por la UCM como por empresas privadas, se ha convertido en el centro de atención tras las revelaciones sobre su creación y las gestiones realizadas para asegurar su continuidad.
Sin embargo, lo que ha incrementado las sospechas es la implicación directa de Cristina Álvarez, quien ocupa un cargo como directora de Programas en la Secretaría General de Presidencia en Moncloa. Según los correos electrónicos presentados ante el juez, Álvarez no solo estaba al tanto de los contratos y acuerdos de la cátedra, sino que también se encargaba de tareas administrativas y gestiones financieras relacionadas con la misma. En uno de los correos más destacados, la oficina de la UCM se dirige a Álvarez para discutir los detalles de un contrato de cesión de derechos, algo que normalmente debería haber sido gestionado por la propia Gómez como codirectora de la cátedra.
Este descubrimiento ha generado un intenso debate sobre el uso de recursos públicos por parte de figuras cercanas al Gobierno para fines personales. Los correos también revelan que Álvarez estuvo involucrada en la negociación de la financiación de la cátedra con la empresa Reale, en la que se mencionaba expresamente a Begoña Gómez como responsable de la gestión de la cátedra, sugiriendo que la asesora actuaba en un rol casi de asistente personal de la esposa del presidente.
La situación se complica aún más por las acusaciones adicionales que enfrenta Gómez, como las de tráfico de influencias y corrupción, vinculadas a la marca registrada «TSC Transformación Social Competitiva», que supuestamente replicaba una plataforma ya financiada por la universidad y otras empresas. Los fiscales investigan si la esposa del presidente utilizó su influencia para obtener contratos y fondos para sus proyectos personales, lo que podría derivar en nuevas imputaciones por malversación de fondos públicos.
Por su parte, la Universidad Complutense de Madrid se ha visto envuelta en una crisis institucional tras estas revelaciones. Recientemente, el vicerrector de Comunicación de la universidad, Ubaldo Cuesta, presentó su dimisión, alegando motivos personales y familiares, aunque su salida se ha visto opacada por una denuncia por acoso laboral presentada contra el decano de la Facultad de Ciencias de la Información, quien estuvo involucrado en el manejo de las cátedras extraordinarias relacionadas con Gómez. Esta renuncia, y las tensiones internas en la universidad, han puesto en duda la integridad de la gestión académica en la UCM, sobre todo en relación con la cátedra que lleva el nombre de la esposa del presidente.
El juez Juan Carlos Peinado, encargado de la investigación, deberá determinar si los correos y las pruebas presentadas por la defensa de Begoña Gómez son suficientes para exonerarla del delito de intrusismo o si, por el contrario, refuerzan la hipótesis de que utilizó su cercanía con el Gobierno para gestionar actividades privadas en la cátedra. Esta investigación no solo podría tener repercusiones legales para Gómez, sino que también plantea serias preguntas sobre la transparencia en la gestión pública y el uso de recursos oficiales para fines personales.
Mientras tanto, el caso sigue generando titulares, con la opinión pública dividida entre quienes defienden a la esposa del presidente, alegando que todo se trata de un malentendido, y quienes consideran que las pruebas presentadas hasta ahora son lo suficientemente contundentes como para que se inicien nuevas investigaciones.