El gesto serio, frustrado y casi incrédulo de Jude Bellingham en el césped del Emirates resume mejor que cualquier estadística lo vivido por el Real Madrid en su estrepitosa derrota ante el Arsenal. Un partido que deja a los blancos al borde de la eliminación y que plantea dudas profundas sobre la competitividad del equipo de Carlo Ancelotti en los duelos de máxima exigencia.
Mientras el marcador reflejaba un duro 3-0, el centrocampista inglés intentaba buscar soluciones junto a Camavinga en la banda, recibiendo indicaciones de Ancelotti y su hijo Davide. Pero ni las explicaciones tácticas ni los ajustes de urgencia lograron contener el vendaval del conjunto de Mikel Arteta, que dominó el encuentro de principio a fin.
Inoperancia total y señales de preocupación
A pesar del resultado, lo más preocupante para el club blanco fue la incapacidad para competir. Ni el planteamiento ofensivo ni el sistema defensivo funcionaron. De hecho, el portero fue el mejor del partido para el Madrid, a pesar de haber recibido tres goles, lo cual refleja el nivel de desorganización que se vivió sobre el campo.
“Sé que dos de sus goles fueron de falta, pero podrían haber marcado muchos más”, reconoció un Bellingham visiblemente molesto.
En las imágenes captadas por las cámaras, la reacción del dorsal 5 ante las indicaciones de Ancelotti reflejaba desconcierto y escepticismo. En el descanso, su regreso al vestuario fue acompañado por gestos de fastidio. Y no era para menos: el Real Madrid no generó peligro real y estuvo completamente sometido durante los 90 minutos.
Una tendencia alarmante
La derrota ante el Arsenal es solo la punta del iceberg. El equipo merengue ya acumula diez derrotas en lo que va de temporada, muchas de ellas ante rivales directos. A los recuerdos aún frescos del 0-4 ante el Barcelona en Liga o el 2-5 en la Supercopa, se suman los recientes tropiezos ante la Real Sociedad (4 goles en contra), el Valencia, el Leganés y ahora, el Arsenal.
En total, el Madrid ha encajado 11 goles en sus últimos cuatro partidos oficiales, dejando en evidencia un sistema defensivo débil, un plan mal ejecutado o mal entendido por los jugadores. Las señales de alarma se encienden en las oficinas del Bernabéu, donde la paciencia parece empezar a agotarse.
El Bernabéu, última esperanza
Con el pase a semifinales muy cuesta arriba, el Santiago Bernabéu se convierte en la última carta para intentar la remontada. Bellingham, uno de los pocos que dio la cara tras la debacle, lo sabe:
“Si hay un lugar donde todo puede cambiar, es allí”, insistió.
Pero más allá de la épica, la gran tarea pendiente parece ser reencontrar la identidad de juego y recuperar una confianza perdida ante rivales que exigen mucho más que historia y camiseta.
