Hace frío en Belorado, un pueblo situado entre Burgos y Logroño, donde el tráfico de camiones es constante debido a un semáforo que obliga a detenerse en medio del municipio. Este ruido contrasta con el silencio de las mañanas en una localidad de 1.834 habitantes, según el último censo.
Se cumplen seis meses desde que las monjas clarisas decidieron separarse de la Iglesia católica. La noticia del cisma ha dejado a los capellanes y a la comunidad local perplejos, sin comprender completamente las razones detrás de esta ruptura.
Ángel y Norberto, dos residentes locales, me guían hacia el monasterio, ubicado cerca del río Tirón. El edificio, rodeado por un muro de piedra, parece tranquilo, aunque los ladridos de perros se escuchan a lo lejos.
En la entrada principal del monasterio, un cartel con un número de teléfono invita a quienes deseen ser atendidos. Sin embargo, las respuestas siempre son evasivas, reflejando la tensión y el misterio que rodean a esta comunidad religiosa.
El pueblo de Belorado ha visto cómo sus bares han disminuido de 25 a una docena en los últimos años, reflejando un cambio en la dinámica social. Los vecinos, como Dircia, expresan su desconcierto ante la actitud de las monjas, quienes parecen haberse aislado del resto de la comunidad.
En el ayuntamiento, el tema de las monjas ya no es de interés. «Ya pasó el boom», comentan, mientras los estudiantes del instituto local continúan con su rutina diaria.
El monasterio de Belorado, que hace dos décadas estuvo a punto de cerrar, fue revitalizado por la llegada de nuevas vocaciones desde Lerma. Sin embargo, los problemas financieros y la falta de éxito en sus emprendimientos han complicado la situación.
La conexión con el monasterio de La Aguilera, donde sor Verónica Berzosa fundó una nueva congregación, añade otra capa de complejidad a la historia. A pesar de los intentos de comunicación, las respuestas siguen siendo esquivas.
Mientras tanto, Belorado sigue adelante, con pancartas que exigen la construcción de la autovía A-12 y nuevos residentes que buscan un cambio de vida lejos de las grandes ciudades. La comunidad intenta adaptarse a los cambios, aunque el cisma de las monjas sigue siendo un tema sin resolver.