Hay un grupo de gente a los que por comodidad, se les ha dado en llamar locos de los gatos. Y digo por comodidad porque es mucho más fácil poner una etiqueta que conocer y reconocer su trabajo.
Y les llaman locos con el ánimo de ofender y ahí es donde está el error. Porque efectivamente algo no les debe funcionar bien para dedicar su tiempo, su dinero y su esfuerzo a algo tan “insignificante” para la mayoría como son los gatos callejeros. No lo hacen para que haya más porque les gustan los gatos, muy al contrario, son las persona más interesadas en que en la calle haya los menos posibles. Pero opinan que si han de estar en la calle cuanto más atendidos estén mejor para todos. Incluso para aquellos a los que no les gustan.
De pronto un día lo empezó por alimentar a dos o tres gatos acaba siendo parte de sus vidas. Y es una responsabilidad diaria. Ya no es sólo dar de comer, es dar atención veterinaria, intentar buscarles hogar ( ya sea de acogida o para adopción definitiva) e incluso (asumiendo competencias que no les corresponden)centran su esfuerzo en controlar la población corriendo con los gastos de las esterilizaciones. Por supuesto todo esto luchando contra prejuicios, burocracia, falta de recursos y mucha incomprensión. Debe ser cierto que no están muy bien de la cabeza.
Nadie en su sano juicio sale de casa cuando más llueve o más frío hace para ver que todos están bien, nadie en sus cabales baja a la calle a la una de la madrugada a buscar debajo de los contenedores de donde viene ese maullido que se oye cada vez más débil. ¿A quién se le ocurre enfrentarse con quien acaba de maltratar a un gato que ni siquiera es suyo?…sólo a un loco efectivamente.
Por suerte no están ahí para que ponerse medallas, ni para engordar su ego, ni esperando ninguna recompensa. Están ahí para los que no se pueden defender, Viven y se desviven por sus colonias y aunque no hay más ciego que el que no quiere ver, realizan una gran labor que en muchos casos correspondería hacer a otros.
A lo máximo que aspiran es a que no les entorpezcan su ya difícil tarea, sólo esperan que ese niño no le dé una patada a ninguno de sus peluditos, que ese vecino con esa vida tan triste no les tire los cuencos del agua y la comida, no les destrocen esas casetas que con tanto cariño han pasado horas haciendo, o que ese señor que no cumple las ordenanzas y lleva a su perro suelto y sin bozal, decida pasearlo por otra zona. Gracias a su trastorno mejoran vidas inocentes y por eso el título.
Cuanta razón lleva!!