El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha expresado su rechazo a la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional (CPI) contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y su exministro de Defensa, Yoav Gallant. La CPI acusa a ambos líderes de crímenes de guerra y de lesa humanidad en la Franja de Gaza.
En un comunicado, Biden calificó la medida de «escandalosa» y subrayó que no existe equivalencia entre Israel y Hamás. «Siempre estaremos junto a Israel contra las amenazas a su seguridad», afirmó el mandatario, reafirmando el compromiso de Estados Unidos con su aliado en Medio Oriente.
Antes de la declaración de Biden, un portavoz de la Casa Blanca había manifestado la «profunda preocupación» de Estados Unidos por lo que consideraron una «precipitación» en la decisión de la Fiscalía de la CPI, liderada por Karim Khan. Además, señalaron «errores procesales problemáticos» en el proceso que llevó a la emisión de las órdenes de arresto.
Por su parte, Israel ha calificado la decisión de la CPI como «antisemita». Netanyahu describió la orden como «absurda y falsa», defendiendo la legitimidad de las acciones de Israel en Gaza. En contraste, Hamás celebró la medida, afirmando que la «justicia internacional» está de su lado.
La CPI, que no cuenta con una fuerza policial propia, depende de la cooperación de sus 125 Estados miembros para ejecutar las órdenes de arresto. Entre estos países se encuentran Reino Unido y los miembros de la Unión Europea, quienes están obligados a colaborar con la Corte.
Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, declaró que la CPI está actuando dentro de su jurisdicción y no de manera antisemita. «Si Netanyahu visita un país que haya firmado la convención, debería ser detenido», afirmó Borrell, destacando la independencia de la CPI respecto a las opiniones de Estados Unidos e Israel, que no reconocen al tribunal.
La decisión de la CPI sigue a una solicitud del fiscal en mayo para emitir órdenes de arresto contra Netanyahu, Gallant y varios líderes de Hamás, incluyendo a Yahya Sinwar e Ismail Haniya. La situación ha intensificado las tensiones en la región y plantea desafíos para las relaciones internacionales.