La decisión, que no se había tomado hasta ahora por amenazas rusas muy concretas, permitirá a Ucrania atacar a Rusia, pero sólo para defender sus posiciones en Kursk.
El Gobierno de Estados Unidos ha autorizado al de Ucrania a utilizar misiles tierra-tierra ATACMS, que teóricamente podrían alcanzar la región de Moscú, incluyendo las afueras de la ciudad. Así informan los medios de comunicación estadounidenses, que especifican que, al menos en un primer momento, los proyectiles sólo podrán ser utilizados en la defensa, por parte de Ucrania, del territorio que ocupa ese país dentro de Rusia desde el mes de agosto pasado, en la región de Kursk.
La Administración Biden ha decidido subir otro peldaño en la guerra escalatoria que se vive en Ucrania. El uso de misiles occidentales de largo alcance para atacar suelo ruso es algo por lo que Kiev clamaba desde hace más de un año. La decisión, que no se había tomado hasta ahora por amenazas rusas muy concretas, permitirá a Ucrania atacar a Rusia pero sólo para defender sus posiciones en la región rusa de Kursk. Se trata, según estos medios, de una respuesta al envío sobre el terreno de miles de militares norcoreanos y de armamento procedente de Pyongyang para echar a los ucranianos de esa zona.
Esa acción supone la primera ocupación de territorio ruso por un país extranjero desde la invasión alemana de la Segunda Guerra Mundial. Casi cuatro meses después del inicio del ataque ucraniano, Moscú ha sido incapaz de recuperar el 80% del territorio que perdió, y ha tenido que llamar en su auxilio a al menos 10.000 soldados de Corea del Norte, que han entrado en combate apoyados por artillería traída, también de ese país. En la actualidad, Kiev mantiene el control de unos 800 kilómetros cuadrados de territorio ruso.
El Gobierno de Biden consigue, además, minar las intenciones de Donald Trump de alcanzar un acuerdo de paz que podría ser muy favorable a Rusia. ¿Por qué? Si Ucrania logra retener el espacio que conserva hoy de la región de Kursk hasta el 20 de enero, fecha de toma de posesión de Trump y día marcado por el presidente electo para negociar directamente con Putin, el autócrata ruso no podrá mantener su criterio de imponer, en ese hipotético acuerdo de paz, las «nuevas realidades territoriales» nacidas de la invasión, porque en ellas habría que incluir, por más que a Putin le moleste, esa parte de Kursk como conquista ucraniana, de la misma forma que Moscú reclama como propios parte de las provincias ucranianas de Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk.
El movimiento, que vuelve a saltar otra línea roja de Moscú, y van ya unas cuantas, describe a las claras del momento decisivo del conflicto en el que nos encontramos. Si esto es cierto, además supone que Francia y Reino Unido pueden autorizar, a su vez, a Kiev a usar sus misiles Storm Shadow y Scalp contra objetivos en la Rusia profunda, siempre que esos objetivos estén implicados en las operaciones en Kursk.
¿Qué supone para esta guerra la caída de este veto? Rusia debe darse prisa en alejar toda su logística unos 400 kilómetros de la línea de combate si no quiere que Ucrania la destruya con el coste para Moscú que eso supone. Y eso, tan sólo contando con aquella que puede ser trasladada. Otros objetivos, como nudos ferroviarios, puentes, fábricas de armas y bases militares o aéreas, son objetivo de Ucrania a partir de ahora.
El extremo norte del frente se sitúa a aproximadamente 500 kilómetros de la Plaza Roja. Dado que el alcance de los ATACMS oscila, según las diferentes versiones, entre los 72 y los 300 kilómetros, la región sur y este de la capital rusa está, en teoría, dentro del radio de acción de los misiles. Cada proyectil lleva entre 350 y 950 bombas, que se dispersan a lo largo de una amplia superficie, lo que los hace ideales para atacar a concentraciones de tropas y material, pero no centros de mando.
Eso significa que los ATACMS no van a ser solo utilizados contra los soldados rusos sino, también, contra los norcoreanos, que han sido enviados por el dictador de ese país, Kim Jong-un, a cambio de colaboración militar rusa, posiblemente en el campo de los misiles y de las armas nucleares. La decisión envía también un mensaje para los aliados de EEUU en Asia, en especial Filipinas, Taiwan, Corea del Sur y Japón, que se sienten amenazados por China y por Corea del Norte.
El hecho de que EEUU haya autorizado el uso de los ATACMS en el frente en el que están los norcoreanos debería despejar los temores de Corea del Sur, que estaba estudiando aumentar su ayuda militar a Ucrania para así debilitar a su rival del norte. El Gobierno de Seúl ya ha dado una ayuda militar enorme a Ucrania, hasta el punto de que el fallido ataque que Kiev lanzó en el verano de 2023 en el sur del país fue conocida coloquialmente como «la ofensiva coreana» porque todos los obuses de artillería empleados procedían de ese país.
El Gobierno de Biden había sido duramente criticado por los defensores de Ucrania en EEUU por no permitir el uso de los ATCMS en territorio ruso. Washington había resistido todas las presiones por temor a que, de empezar a ser bombardeada con esos cohetes, Rusia llevase a cabo una escalada, aunque el hecho de que Moscú haya tenido que llamar a Corea del Norte -un país que es cualquier cosa menos una potencia tecnológica – para que le ayude a recuperar su propio territorio y la clara estrategia de Vladimir Putin de intentar que la guerra impacte lo menos posible en la comunidad rusa -que es mayoritaria – del país ponía en cuestión esa decisión.
El consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, ha sido el blanco de todas las críticas por su presunto obstruccionismo en el empleo de esos misiles. Como consecuencia, Ucrania ha desarrollado, con ayuda occidental, una enorme fuerza de drones con la que ha atacado objetivos dentro de la URSS, aunque las cargas explosivas de esos ingenios son muy inferiores a las de los ATCMS.
Finalmente, queda la cuestión del tiempo. Biden ha esperado al último momento para dar luz verde a Kiev y, aun así, hacerlo de manera limitada, aunque es posible que en las próxima semanas relaje las restricciones y permita el uso de ATCMS fuera del saliente de Kursk, que es como se conoce a la parte de Rusia ocupada.
El 20 de enero, fecha de la investidura de Trump
En todo caso, es difícil saber el impacto que esto tendrá, dado que el 20 de enero el prorruso Donald Trump asume la presidencia con el objetivo de lograr la paz entre Rusia y Ucrania. Su vicepresidente, JD Vance, ha defendido un acuerdo de paz entre Moscú y Kiev que en la práctica supondría una rendición de Ucrania. Su candidata a directora Nacional de Inteligencia, Tulsi Gabbard, es una absoluta y total defensora de Rusia no ya en esta guerra, sino en general en todo. Trump, además, está rodeado de hombres de negocios como Elon Musk, Peter Thiel u Oliver Sacks que simpatizan con Rusia. El propio Musk se rio ayer del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski.
A cambio, el candidato a secretario de Estado, Marco Rubio, está del lado de Ucrania, aunque no está claro si tendrá verdadero podrá en Washington o si se verá desbordado por el sector prorruso de la Casa Blanca.
La decisión de Biden también tiene un impacto en Alemania, donde el canciller, Olaf Scholz, ha rechazado hasta la fecha la entrega a Ucrania de misiles crucero Taurus, con un alcance de 500 kilómetros y más difíciles de detectar que los ATCMS. Sin embargo, Alemania celebra elecciones en febrero, y es casi seguro que Scholz perderá el cargo a manos del demócrata-cristiano Friedrich Merz. Esta semana, Merz anunció que, si llega al poder, lanzará un ultimátum a Rusia exigiéndole un alto al fuego y que, si éste no es cumplido -lo que parece que será el caso- entregará los Taurus a Ucrania. Todo eso si para entonces Donald Trump no ha impuesto ya un alto al fuego que en la práctica sea el único de la victoria final para Moscú.
En Kiev, la noticia se toma entre la satisfacción y el enfado. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, ha declarado que «los misiles hablan por sí solos» y que «esas cosas no se anuncian». Mientras Ucrania prepara sus primeros ataques (que según la agencia Reuters llegarán esta misma semana) muchos se preguntan qué hubiera pasado con la fallida contraofensiva ucraniana de verano de 2023 de haber contado con la ayuda de esos misiles tan letales y precisos. Ahora la posición de EEUU parece ser impedir que Ucrania llegue en mala situación a la mesa de negociación y que ese armamento le permita conservar Kursk, un territorio valioso e intercambiable en cualquier diálogo que haya sobre el fin de la guerra.
¿Qué hará Rusia? Escalar, como prometió, pero es pronto para saber de qué manera. Estaba claro que el envío de la fuerza norcoreana tendría respuesta pero aún no sabemos cómo reaccionará Corea del Sur, que no se quedará de brazos cruzados.
Este movimiento llega un día después de uno de los mayores ataques contra Ucrania de los casi tres años de guerra que llevamos, con más de 120 misiles de varios tipos, incluyendo hipersónicos, y decenas de drones iraníes, que destruyeron la mitad de la capacidad de distribución de energía en todo el país.
Además, de fondo está la reciente llamada del canciller alemán Olaf Scholz a Vladimir Putin, que supone una ruptura en la postura aliada de aislamiento del autócrata ruso. Muchos en Europa han criticado el intento de apaciguamiento del alemán en un momento decisivo de la guerra y con un dirigente en busca y captura por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra. La respuesta a esa llamada al Kremlin fue el brutal bombardeo del sábado por la noche. Por su parte, Macron, el presidente francés, ha reaccionado a esta decisión de EEUU diciendo que «Putin no quiere la paz y no está listo para negociarla».