Al menos 18 personas han perdido la vida y otras cuatro han resultado heridas tras un bombardeo israelí en la aldea de Aitou, situada al sureste de Trípoli, en el norte del Líbano. Este ataque, que ha sorprendido a la comunidad internacional, fue confirmado por la Cruz Roja libanesa, que ha desplegado siete equipos de ambulancias para asistir a las víctimas.
La Agencia Nacional de Noticias libanesa (ANN) informó que este es el primer bombardeo de Israel en Aitou, perteneciente al distrito de Zgharta. El ataque tuvo como objetivo un apartamento residencial, recientemente alquilado, lo que ha generado especulaciones sobre los motivos detrás de esta acción militar.
La Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (FINUL) ha denunciado la entrada de tanques israelíes en una de sus posiciones, lo que añade tensión a la ya delicada situación en la región. Este incidente subraya la complejidad del conflicto y la necesidad de una intervención diplomática urgente.
Desde finales de septiembre, Israel ha intensificado su campaña de bombardeos en el Líbano, resultando en más de 2.200 muertes y desplazando a más de 1,2 millones de personas. Aunque inicialmente los ataques se concentraron en zonas de mayoría chií, ahora se extienden a otras comunidades, aumentando el temor entre la población civil.
A principios de octubre, otro bombardeo israelí impactó cerca de Trípoli, específicamente en el campo de refugiados palestinos de Beddawi, donde un líder de Hamás y su familia fueron asesinados. Estos eventos reflejan un patrón de violencia creciente que amenaza con desestabilizar aún más la región.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la escalada de violencia y el impacto humanitario en el Líbano. Organizaciones de derechos humanos han instado a ambas partes a cesar las hostilidades y buscar una solución pacífica al conflicto.
En conclusión, el bombardeo en Aitou es un recordatorio de la fragilidad de la paz en el Líbano y la necesidad de esfuerzos concertados para evitar una mayor pérdida de vidas. La comunidad internacional debe redoblar sus esfuerzos para mediar en el conflicto y proteger a los civiles atrapados en medio de la violencia.