El ministro de Hacienda de Brasil, Fernando Haddad, ha revelado un plan de austeridad que permitirá al Gobierno ahorrar 70.000 millones de reales (aproximadamente 11.160 millones de euros) en los próximos dos años. Este anuncio se produce en un contexto de desafíos económicos globales y busca consolidar la sostenibilidad fiscal del país.
Entre las medidas anunciadas, destaca una reforma en el sistema de pensiones de los militares. Esta reforma establecerá una edad mínima para la jubilación y limitará las transferencias de este tipo de pensiones, con el objetivo de corregir privilegios y garantizar la igualdad entre los funcionarios públicos.
Además, Haddad ha confirmado una exención en el impuesto sobre la renta para aquellos que ganen hasta 5.000 reales (840 dólares) mensuales. Esta medida, aunque beneficiosa para unos 35 millones de contribuyentes, ha generado nerviosismo en los mercados financieros, llevando al dólar a máximos históricos en Brasil.
Para compensar la posible caída en la recaudación fiscal, se ha propuesto que quienes ganen más de 50.000 reales (8.400 dólares) mensuales paguen un poco más de impuestos. Esta estrategia busca equilibrar las finanzas públicas sin afectar a los sectores más vulnerables de la población.
Haddad también ha propuesto cambios en las reglas del pago del abono salarial y en la distribución de recursos parlamentarios. Estas modificaciones buscan optimizar el uso de los recursos públicos y asegurar que el aumento del salario mínimo continúe superando la inflación de manera sostenible.
El anuncio de estas medidas ha tenido un impacto inmediato en el mercado financiero brasileño. La bolsa de São Paulo experimentó una caída del 1,7%, mientras que el dólar alcanzó un récord histórico de 5,91 reales. Los analistas temen que estas medidas puedan complicar el control del déficit público, que actualmente se sitúa cerca del 10% del PIB.
A pesar de estos desafíos, el Gobierno brasileño mantiene una perspectiva positiva sobre el crecimiento económico del país, proyectando un crecimiento superior al 3% para este año. Además, Brasil disfruta de una de las tasas de desempleo más bajas en dos décadas, lo que refuerza la confianza en la recuperación económica.
Sin embargo, la popularidad del presidente Luiz Inácio Lula da Silva ha disminuido, situándose en el 35,5% según una reciente encuesta. Este descenso refleja las preocupaciones de la población ante las medidas económicas adoptadas y su impacto en el día a día de los ciudadanos.
En conclusión, las reformas fiscales y los recortes en el gasto público anunciados por el Gobierno de Brasil representan un esfuerzo significativo para estabilizar la economía del país. Aunque estas medidas han generado incertidumbre en los mercados, el compromiso del Gobierno con la sostenibilidad fiscal es claro y busca asegurar un futuro económico más sólido para Brasil.