El capitán se ofrece a salir si el club lo considera necesario, mientras la continuidad de Ruben Amorim sigue en el aire tras una temporada desastrosa.
La crisis en el Manchester United ha alcanzado un nuevo nivel de tensión. Tras la derrota en la final de la Europa League ante el Tottenham (1-0) en San Mamés, donde se escapó la última oportunidad de salvar la temporada, el capitán Bruno Fernandes ha dejado una declaración contundente: “Que el United me venda”. Un mensaje que sacude los cimientos de Old Trafford y refleja el clima de incertidumbre que se vive en el vestuario red devil.
El internacional portugués, símbolo del equipo en los últimos años, se ha mostrado dispuesto a ser traspasado si el club así lo considera, en medio de una campaña que ha dejado al United fuera de la Champions League y actualmente en el puesto 16 de la Premier League con solo 39 puntos, a falta de una jornada.
Por su parte, el técnico Ruben Amorim —quien llegó con grandes expectativas tras su etapa en el Sporting CP— ha intentado defender su continuidad tras una racha nefasta: 14 derrotas en 26 partidos de liga y un promedio de 0,92 puntos por encuentro, incluso inferior al del histórico Derby County 2007-08, considerado el peor equipo en la historia de la Premier.
“Si la directiva y los aficionados creen que no soy la persona adecuada, me iré al día siguiente”, expresó Amorim en declaraciones a TNT Sports tras la final, asegurando que no renunciará por decisión propia pero que tampoco pondrá obstáculos si el club decide prescindir de él. “Tengo confianza en mi trabajo. No cambiaré mi forma de hacer las cosas”, añadió el técnico luso.
El ex del Sporting de Braga y del propio Sporting CP llegó al United en noviembre por más de 10 millones de euros, después de la destitución de Erik ten Hag. Un movimiento costoso que, de momento, no ha dado resultados en el campo.
Mientras figuras como Rio Ferdinand piden paciencia y defienden el proyecto, en Inglaterra ya se especula con que Amorim afrontará la temporada 2025-26 sin margen de error. La directiva aún no se ha pronunciado oficialmente, pero con el descontento generalizado entre los aficionados y ahora también entre los referentes del plantel, la situación podría precipitarse en los próximos días.
La bomba lanzada por Bruno Fernandes puede ser el primer gran movimiento de un verano que promete cambios profundos en Old Trafford.
