El éxodo de mujeres y niños ucranianos continua hacia Polonia por sus diferentes pasos fronterizos. Si hasta ahora habíamos hablado sobre Medyka, el más transitado por el momento, en esta ocasión hemos podido comprobar de primera mano como las personas refugiadas huyen también a través de Budomierz, además podemos hablar con Michaela Boster, una conductora de autobús que ha venido desde Alemania para trasladas a personas refugiadas
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Casi tres millones de personas (2.969.600) han escapado de la guerra provocada por la invasión rusa en Ucrania desde el pasado 24 de febrero cuando estalló el conflicto armado. Más del 60% de estas refugiadas (1.808.436), en su mayoría mujeres, niños, niñas, adolescentes de hasta 16 años y personas mayores de 60, han cruzado hacia el país vecino de Polonia.
Lo hacen por varios pasos fronterizos, aunque el más transitado es el de Medyka y donde hay un mayor despliegue de medios. Pero también lo hacen por puestos como el de Budomierz, a 58 kilómetros al norte del primero y el punto más cercano al bombardeo ruso (a tan solo 26 kilómetros de distancia) producido en la madrugada del domingo en la base militar establecida como Centro para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad Internacionales. Según informaban las autoridades militares ucranianas, el Ejército ruso lanzó hasta 30 misiles.
Visitamos este punto fronterizo el mismo domingo que se produjo el ataque a la base militar ucraniana, la mayor en el oeste del país y donde se realizaban los adiestramientos a militares con tropas de la OTAN antes de la invasión, quizá por eso el flujo de personas es muy bajo este día y sólo algunas decenas de personas llegan hasta este punto en el que encontraos varias carpas de ayuda humanitaria de diferentes organizaciones.
También encontramos a Michaela Boster, una conductora de autobús que recién llegada a Budomierz pretende cargar su autocar con hasta 35 personas para poder llevarlas a Alemania, donde una organización les espera para proporcionarles alojamiento, comida, la escolarización de los niños y niñas, así como la atención médica que requieran.
Ella y su compañero han conducido durante toda la noche con los maleteros llenos de ayuda humanitaria, decenas de bolsas con un kit completo anti coronavirus que contiene test de detección de la COVID-19, mascarillas y geles desinfectantes, para quiénes deseen subir a bordo del bus y bolsas de picnic para el viaje de vuelta.
Sin embargo, le cuesta llenar el autobús unas cuantas horas, porque tal y como nos explica Laura, una voluntaria polaca, no hay gente al otro lado, tan sólo unas 20 ó 30 personas aguardando una cola que en otras ocasiones llega a ser de cientos de ellas. Laura nos asegura que entre el miércoles y el sábado por este puesto habrían pasado entre 15.000 y 17.000 personas. Desde este punto de atención a personas refugiadas, hay una línea de autobús que les lleva hasta una estación de tren situada a unos 40 kilómetros, en la ciudad de Jarosław.
Carritos, puntos para cargar móviles y tierra
La tierra predomina en este punto de recepción de refugiadas a este lado de la frontera. Los voluntarios ayudan a arrastrar las pocas maletas que traen consigo tras dejar atrás su vida. La mayoría de mujeres vienen cargando en brazos a los más pequeños, por eso se puede ver una gran carpa llena de carritos de bebés donados, para que puedan ser utilizados en el resto del camino.
El WiFi y los puntos para cargar los aparatos electrónicos, sobre todo los móviles, han sido de las primeras cosas que se han instalado, es fundamental para quiénes cruzan huyendo de la invasión mantener el contacto con las personas que han dejado en su país, así como para poder estar al día de las últimas noticias y del avance ruso.
La guerra en Ucrania puede provocar un “huracán de hambre” y colapsar el sistema alimentario global
“Esta guerra va mucho más allá de Ucrania. También es un ataque a las personas y los países más vulnerables del mundo. Mientras la guerra llueve sobre Ucrania, una espada de Damocles se cierne sobre la economía global, especialmente en el mundo en desarrollo”, ha advertido este lunes el Secretario General de las Naciones Unidas, aludiendo a la situación en que se encontraban ya antes del conflicto los países en desarrollo debido a la pandemia de COVID-19, la inflación récord, las tasas de interés al alza y el endeudamiento.
Guterres refirió que Rusia y Ucrania representan más de la mitad del suministro global de aceite de girasol y alrededor del 30% del trigo mundial y que Ucrania proporciona más de la mitad del suministro de ese cereal al Programa Mundial de Alimentos, la mayor agencia humanitaria del planeta.