Cáritas, una entidad de la Iglesia Católica ayuda a diario a los jóvenes migrantes llegados tras la crisis migratoria. Cada día Manuel sale, junto a otros compañeros y compañeras voluntarias de Cáritas, a entregar bolsas de alimentos a los cientos de jóvenes y menores migrantes que se encuentran fuera de los sistemas de protección de las autoridades, tras la llegada de más de 10.000 personas los pasados días 17 y 18 de mayo, durante la conocida como la mayor crisis migratoria de la historia de España. Según los últimos datos de las autoridades, unas 9.000 personas han vuelto a Marruecos de manera voluntaria desde la crisis, pero en Ceuta todavía quedan miles de personas mayores y menores de edad
La sociedad caballa ha demostrado una vez más su solidaridad ante esta crisis humanitaria derivada de la crisis migratoria y diplomática entre Marruecos y España. Manuel, Yasin, Yasmina o Sabah son solo algunos de los nombres de muchos de los vecinos y vecinas de la ciudad autónoma que reparten alimentos, ropa, cuidados y comprensión a las personas que se encuentran en situación de calle.
Acompañamos a Manuel durante uno de los repartos de bolsas de comida que organiza Cáritas. Estamos en la explanada de la desaladora, hasta allí se acercan varias decenas de jóvenes, algunos menores de edad, para recibir una bolsa. Se ponen en fila detrás del cono naranja que han puesto los voluntarios de la Iglesia y esperan su turno para ser atendidos, «hemos aprendido mucho, porque el primer día fue un desastre, intentamos hacer una entrega de alimentos en plena Plaza de África y tuvimos que salir corriendo porque nos avasallaban, nos pasaban por encima para coger la comida» y asegura con una sonrisa haber «pagado a novatada con toda nuestra buena fe». Tras esa primera experiencia, volvieron a reunirse, y decidieron hacer bolsas, porque era más rápido y fácil de repartir.
Manuel nos explica que tras lo ocurrido el pasado 17 de mayo, y también el 18, desde su entidad no podían quedarse con los brazos cruzados. «Vimos que había entrado en Ceuta muchísima gente y que venían hechos polvo, desfallecidos, sin comer, y dijimos: «Tenemos que salir al encuentro, la Iglesia tiene que salir al encuentro de quién lo necesita, y Cáritas es la Iglesia católica».
Manuel nos recuerda que atienden a 600 familias ceutíes, pero que gracias a la solidaridad y a los donativos de la ciudadanía, bien monetariamente o con alimentos, pueden hacer los repartos a todo el que lo necesita. «El inicio de todo nos pilló con los almacenes medio llenos, llamamos al coordinador de emergencias de Cruz Roja y preguntamos qué necesitaban y les llevamos entre 750 y 1.000 litros de leche y de agua, galletas a las naves«. Pero tras reunirse nuevamente, vieron que a los menores que estaban en las naves no les iba a faltar alimento y pensaron que era mejor atender a los que andaban por la calle, «que era horroroso y a algunas personas les daba miedo hasta salir, pero como buenos cristianos teníamos que salir al encuentro«.
Esa misma tarde los y las voluntarias de Cáritas hicieron más de 500 bolsas y «se repartieron todas, sabíamos que había que seguir, porque los humanos tenemos la mala costumbre de comer todos los días«.
Y así cada día hasta hoy, haciendo bolsas, repartiéndolas y curando heridas que tienen algunos de los chavales que se acercan a comer de la «caridad cristiana». «Ya esta todo mas organizado, ponemos un cono, se ponen en fila solos y usamos un rotulador para marcar la muñeca a los que ya se han llevado la bolsa de picnic», que está compuesto por pan del día, leche, atún, galletas, agua y fruta; «antes también iba una mascarilla pero se nos han acabado, ahora estamos esperando unas nuevas que son reutilizables».
Manuel nos confiesa que se trata de comida «para un día y que no se mueran de hambre, pero tampoco van a engordar, todo hay que decirlo». Además recuerda que «dinero público no se está recibiendo ninguno, son todo donaciones tras hacer llamamientos y nos hacen Bizum y también se hacen donaciones de palets de agua, leche… hasta ahora no nos ha faltado nada, pero somos conscientes de que esto no puede mantener mucho tiempo, porque los recursos son limitados».
A los y las voluntarias de Cáritas no siempre los veremos en la misma zona, los podemos encontrar en el cementerio de Santa Catalina, en el Sarchal, en las escolleras del puerto, en las Murallas Meriníes o en la desaladora, se van moviendo e intentar ir donde no hayan ido otras organizaciones o vecinos, «nos falta ponernos de acuerdo a todos, para no repetir las zonas y que todos tengan alimentos». Manuel ya tiene la vista puesta en el futuro, «vamos a empezar un proyecto, a ver si sale bien, vamos a intentar llevar comida recién hecha a algunos sitios, en tapper, mañana daremos macarrones con tomate».
Manuel lamenta que estos chicos ya no sean noticia, «no salen en los medios de comunicación hasta que empiecen los conflictos, porque en el monte se puede vivir un tiempo, pero no toda la vida, y empezará a haber conflictos porque a la gente no le gusta ir por la calle, no les extraña ver un inmigrante por la calle, porque llevamos toda la vida conviviendo con ellos, pero no estamos acostumbrado a ver tantos, de madrugada, y detecto que empieza a haber un poco de temor a ir solo»
Sobre la críticas que reciben por ayudar a estos jóvenes y «fomentar el efecto llamada», Manuel lo tiene muy claro, «lo hamos porque hace 2.000 años recibimos un mensaje de un hombre que dijo: «A todo aquel que te pida, dale«, ese hombre era Jesucristo, y nosotros, donde hay una persona necesitada ahí esta Cáritas y la Iglesia. Yo siempre digo que le tengo que dar de comer al que tiene hambre, y si facilitamos la comida a quien tiene hambre, evitaremos que delincan para conseguir comida». «A la gente le cuesta trabajo entenderlo, pero Cáritas intenta paliar el problema humanitario, la parte social y política le toca a otros».
Para colaborar con Cáritas se puede hacer a través de BIZUM al 01453, con el asunto DONAR ONG, o en el número de cuenta de Bankia: ES59 2038 9881 5760 0071 4544.