Carlos Taibo, escritor, editor y profesor jubilado de Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad Autónoma de Madrid, visitaba Ceuta este martes para hablar sobre decrecimiento y colapso en unas jornadas organizadas por CGT Andalucía, Ceuta y Melilla en la Biblioteca del Morro.
El pasado martes día 14 de diciembre, la Biblioteca Pública del Morro acogía una jornadas organizadas por CGT Andalucía, Ceuta y Melilla. Con este motivo, el escritor, editor y profesor jubilado de Ciencias Políticas y de la Administración en la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Taibo, llegaba a nuestra ciudad para hablar de decrecimiento y colapso.
¿Cuál es el motivo de su visita a Ceuta?
Me han invitado a hablar por un lado, de decrecimiento y, por otro lado, de colapso, que son dos materias muy relacionadas entre sí. Lo que está en la trastienda es el riesgo de que este sistema en el que estamos se enfrente a un colapso en virtud, ante todo, del cambio climático y del agotamiento de las materias primas energéticas. Frente a eso, creo que una de las medidas de respuesta es el decrecimiento, la idea de que en los países ricos del norte tenemos que reducir los niveles de producción y de consumo para readaptar nuestro vínculo con un medio natural al que estamos castigando en exceso.
¿Cómo define usted el concepto de decrecimiento y de colapso?
La perspectiva del decrecimiento nos dice que si vivimos en un planeta con recursos limitados, no parece que tenga mucho sentido que aspiremos a seguir creciendo ilimitadamente. Tanto más cuanto que sobran los motivos para concluir que hemos dejado muy atrás las posibilidades medioambientales y de recursos que la tierra nos ofrece. Me limito a rescatar un dato: la huella ecológica española es hoy de 3,0, es decir, para mantener las actividades económicas hoy existentes en España, precisamos tres veces el territorio español. ¿Cómo se malresuelve este problema? A través de una presión inaudita sobre los derechos de los integrantes de las generaciones venideras, de muchos de los habitantes de los países del sur, y de los miembros de las demás especies con las que sobre el papel compartimos el planeta. Este crecimiento desmesurado e irracional, conduce a un riesgo evidente de que el sistema colapse. Aunque yo entiendo que el colapso bien puede ser una oportunidad para cambiar nuestro estilo de vida, para buscar políticas más igualitarias, más justas, para salir en el fondo del capitalismo que es la fuente de esos problemas.
¿Cómo podemos transmitir a la sociedad su mensaje de «vivir mejor con menos»?
Esa es una tarea muy difícil y admito que no tengo respuesta para ello, pero siempre que hablo de la necesidad de vivir mejor con menos, hablo al mismo tiempo de la urgencia de redistribuir radicalmente la riqueza, porque, si no, las cuentas no salen. Solo si redistribuimos la riqueza, podremos vivir mejor con menos. Y creo que este es un imperativo ante lo que intuyo que se nos echa encima. Si dejamos de lado, como sucede hoy, a buena parte de la población planetaria, mala apuesta es la nuestra. Por eso, lo del decrecimiento solo adquiere sensatez si se acompaña con una redistribución radical de la riqueza.
¿Cree que la proliferación de tiendas que venden ropa de segunda mano o la implementación de «tuppers» en los locales de hostelería para que la clientela pueda llevarse a casa la comida que le ha sobrado en vez de tirarla a la basura persigue esta filosofía?
Los pasos que se dan son tan pequeños que intuyo que son irrelevantes y se mueven en el terreno de lo que se suele llamar el capitalismo verde, esto es, la búsqueda de nuevos nichos de mercado en virtud de su vínculo con la ideología, y me parece que esto es gramáticamente insuficiente. Si no tomamos el toro por los cuernos me parece que vamos mal, esto significa percatarnos claramente de que no podemos seguir creciendo. Es bastante ingenuo pensar que podemos reducir los niveles de emisiones de CO2 si no reducimos el tamaño de la economía. Y esto tampoco debería de ser un problema gravísimo, no pasa nada por esto si redistribuimos radicalmente la riqueza.
Ceuta es una ciudad muy acotada territorialmente debido a su delimitación geográfica, lo que condiciona también la explotación de sus recursos naturales. Esto se ve acompañado de los obstáculos logísticos que dificultan la importación y exportación de materias primas. ¿Es más sencillo o más complicado para los y las ceutíes aprender a vivir bajo ese modelo que usted defiende debido a su relación de dependencia con la península?
En una lectura inicial es más complicado porque yo no sé cuál es el porcentaje de las verduras que se consumen en Ceuta que se producen en la misma ciudad autónoma. Esto debería de ser un acicate para que se modifiquen ciertos criterios. Hay que pensar en ganar en autosuficiencia, aunque el escenario de Ceuta es difícil con la frontera cerrada. Ceuta ecológicamente es una ciudad insostenible, pero esto no significa que no haya que realizar esfuerzos en este terreno. Creo que la ciudad autónoma es bastante más grande de lo que yo preveía, que hay espacios libres que podrían generar algún tipo de agricultura y ganadería que reduciría esas dependencias con la península.