Como todo el mundo sabe ya, nos encontramos inmersos en una crisis de dimensiones desconocidas, en la que, una vez más, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, junto a muchos otros colectivos de empleados públicos y profesionales liberales, están dando lo mejor se sí mismos y van mucho más allá… ¡hasta están entregando sus vidas por el resurgir de la sociedad a la que sirven!
Y es en estos momentos cuando todos necesitamos que nuestros líderes se pronuncien y tomen decisiones acordes a la magnitud el problema, sin esconderse entre frases hechas y gestionando el mucho valor que aquellos ponen sobre la mesa.
Y no, no se necesitan palabras vacías, ni gestos carentes de sentido técnico, ni grandilocuentes presentaciones en las que no se dice nada y que, de lo poco que se comenta, desgraciadamente, son más las veces que no concuerda con la realidad.
Y lo que menos se necesita ahora es la toma de decisiones que en nada ayudan a la dura gestión que en estos momentos difíciles se ha de hacer…
No entendemos como somos capaces de retorcer los procedimientos de gestión de personal para asignar puestos de trabajo de Alto nivel a personas que en toda su vida han dado muestras de valía o de capacidad, más bien al contrario.
No entendemos como las energías se van a colocar a personas en puestos que, además, les van grande a la vista de lo conocido.
No entendemos cómo se puede retorcer tanto el procedimiento para satisfacer exigencias personales de gente que no lo merece…
No entendemos que la gestión de los recursos humanos de la Administración sea “… fruto de las negociaciones del acuerdo de gobierno entre el PSOE y la formación morada”, como nos recuerda el Diario de Cádiz.
Quitar, en momentos de escasez y duros para la gestión, un puesto de trabajo de nivel 30 de una Dirección general -que ha de ser para un técnico o funcionario experimentado y cualificado-, reasignarlo a una Secretaría de Estado -que no requiere en su asignación el hecho objetivo de titulación o capacidad técnica- y transferirlo posteriormente, a modo de comisión de servicio, a otra Dirección general, cargada de técnicos excelentemente bien capacitados, para colocar a alguien en concreto, sin publicidad ni evaluación objetiva… es perder los papeles en una situación que requiere que los recursos y energías se dediquen a la resolución del problema vital al que nos enfrentamos.
No, señor Ministro.
No ha sido una decisión objetiva ni transparente el hecho de acomodar toda la lista de procedimientos administrativos de gestión del personal al servicio de la Administración para recolocar a un funcionario de nivel 17 en un puesto de trabajo de nivel 30, asesor o subdirector, y para el que “a todas luces” no presenta mérito alguno ni capacidad técnica ni requisitos académicos suficientes para ejercer ese puesto de asesor. Ni siquiera son válidos los años que dice que ha prestado servicio por ahí ¡”patrullando”!, que lo dice él, nadie más.
No, señor Ministro.
No estamos en tiempos de jugar al azar con los escasos recursos económicos y humanos que dispone la Administración.
Y qué decir del escenario en que se van a encontrar los cientos de funcionarios técnicamente cualificados y, ahora, supeditados al dictamen de un absolutamente lego en la materia.
¿De qué va a asesorar?
¿De verdad la Dirección General de Tráfico requiere la presencia a ese nivel de alguien sin conocimientos técnicos ni capacidad de trabajo en temas de seguridad vial o de transporte por carretera, con la que está cayendo y con la cantidad de excelentes profesionales que trabajan día a día en su organización para gestionar el tráfico por las vías españolas?
No, señor Ministro.
¡Piénselo!
No merecemos en esta época que estamos sufriendo ese tipo de torticeras decisiones, ni por bien de la Dirección general a la que va a afectar, ni por la imagen que, aprovechando la oscuridad informativa de momento, se está dando de cómo se resuelven casos particulares y no generales.
¡Piénselo!
28 de marzo de 2020