Escrito por: Abdelkamil Mohamed Mohamed, Presidente de la asociación de vecinos príncipe Alfonso
Es profundamente triste leer en la prensa que el presidente de nuestra ciudad, quien debería ser el primero en escuchar a los ciudadanos, se encuentra siempre inalcanzable para muchos que intentan hacer oír sus peticiones. Resulta indignante que, precisamente en los momentos en los que más necesitamos su apoyo, su agenda esté repleta solo para aquellos contactos estratégicos que le permiten lucirse en la foto adecuada, en el artículo oportuno, mostrando triunfos y no las amargas derrotas que, día a día, enfrentamos los ciudadanos de Ceuta.
Las funciones del presidente de Ceuta van mucho más allá de representarnos en los eventos oficiales y de hacer apariciones públicas en actos de éxito. Como máxima autoridad de nuestra ciudad, su responsabilidad principal es defender los intereses de todos los ceutíes, sin distinciones, y atender a quienes lo necesitan, especialmente en momentos de dificultad. Es su deber velar por el bienestar, la seguridad y los derechos de cada uno de nosotros, y ofrecer una puerta abierta, una oportunidad de diálogo para quienes se ven afectados por problemas que no pueden resolver por sí mismos.
Un presidente no solo debería estar para celebraciones o momentos de lucimiento; debería también arremangarse y enfrentarse junto a sus vecinos en los tiempos difíciles. Es desgarrador, especialmente, el caso de Asma, una madre que perdió a su hijo de manera cruel y que, meses después de esa tragedia, sigue esperando una audiencia que no llega. Fue el propio alcalde quien, en un primer momento, le prometió apoyo y consuelo, pero desde entonces, el respaldo ha sido tan solo de palabra y no de acción.
Asma no está pidiendo algo fuera de lo común, solo quiere ser escuchada en su dolor. Sin embargo, su dolor no parece digno de un hueco en esa agenda que parece abrirse solo para unos pocos privilegiados. A ella, como a muchos otros ciudadanos, se le ha cerrado la puerta en la cara. ¿Qué mensaje nos envía eso? ¿Que nuestros problemas son menos importantes o, peor aún, que no merecen ni siquiera ser escuchados?
El alcalde tiene la responsabilidad de ser un líder cercano, de escuchar los problemas de quienes sufren y de actuar como un verdadero representante de todos. Nos duele ver cómo los políticos prometen soluciones, pero sus palabras quedan vacías cuando más necesitamos su apoyo. Hoy escribimos desde el enfado y la tristeza, en la esperanza de que este mensaje llegue a oídos de quienes deben responder ante todos, no solo ante unos pocos.