Hoy no habrá autobuses circulando entre la Plaza de la Constitución y las Barriadas de San Amaro y Recinto Sur. Así lo ha decidido le dirección de la empresa concesionaria. Esta decisión vulnera la Ordenanza vigente, que atribuye esta facultad en exclusiva a la Ciudad, como titular del servicio. No importa. Al fin y al cabo, para su Gobierno, las normas son de aplicación siguiendo criterios esotéricos y arbitrarios que siempre terminan coincidiendo con sus propios intereses. Los ciudadanos se verán privados de un servicio público esencial. No importa. Este hecho, menor, no le quitará el sueño. No son muchos, y además, siempre se podrán “buscar la vida” de otra manera. No hay que dramatizar.
No queda ahí la cosa. El Gerente de la empresa, sorprendentemente devenido en Consejero de Transportes de su Gobierno, ha anunciado que los vecinos de Benzú también tendrán que “buscarse la vida” a partir de la semana que viene. Tampoco importa. Son pequeñas adversidades que se sufren en la vida y te hacen más fuerte.
Desconocemos el resto de medidas que están por venir. Al parecer, este es el modo en el que empresa y Ciudad se relacionan. Cada uno en tira de una punta de la cuerda y en medio, con la soga al cuello, usuarios y trabajadores… “buscándose la vida”.
Le pondremos al corriente de algunos hechos, también sin apenas importancia, que suceden en el servicio público del que usted es el máximo responsable. No se ha recuperado a ninguno de los trabajadores sometidos a ERTE, que llevan más de tres meses perdiendo el 30% de sus ingresos. A lo mejor esta situación hasta les “viene bien” y aprenden a economizar. Este mezquino modo de ahorro tiene sus consecuencias. Al resto de trabajadores de la plantilla se les cambian los turnos sin respetar los descansos, se les altera el régimen de vacaciones, cuando no se les pretende suprimir directamente. Todo esto en un ambiente de trabajo absolutamente estresante en el que tienen que explicar lo inexplicable a los usuarios, que se quejan airadamente, y con toda la razón, de un trato indigno de un servicio público de este siglo. No se preocupe. No se sienta compungido. Suponemos que estas menudencias que sufre una reducida platilla de trabajadores no debe importunar sus quehaceres de egregio mandatario.
Quizá en todo este caos algo tenga que ver que desde hace más de diez meses no existe título concesional alguno que regula las relaciones entre empresa y Ciudad. En realidad, nunca lo hubo. Esta es una situación anómala en todos los sentidos posibles. Pero no es sobrevenida. Durante los dos últimos años, en tres ocasiones, han debatido ustedes en el Pleno sobre este asunto. Conocían perfectamente, al menos desde 2017, cuál era la fecha de vencimiento de la concesión (obtenida a través de una concatenación de interpretaciones jurídicas sobre una escasa documentación de hace más de medio siglo). Se comprometieron reiterada y públicamente a resolver esta cuestión antes del ya “famoso vencimiento” (septiembre de 2019). Pero como es habitual no pasó nada de lo que dijeron. Se podría decir que han optado por hacer una incursión innovadora en la compleja teoría de la gestión de los servicios públicos. No se preocupe. No se azore. Tampoco es para tanto. La vida sigue.
No sabemos bien en que momento descarriló usted y decidió tomarse la Presidencia de la Ciudad como una especie de entretenimiento personal ajeno por completo al sentido de la responsabilidad. A usted ya no le importa nada, o casi, nada. Somos conscientes de que esta carta, tampoco. Pero siempre está bien que las cosas se sepan tal y como son.