Texto publicado en la la Tribuna Violeta ‘Maite Alascio’ de CCOO Ceuta
«Yo fui una víctima de violencia de género. Hace más de un año que el maltratador no está en casa y aunque estoy mejor y más tranquila, siento que vivo en “El día de la marmota”.
Casi todas las noches tengo pesadillas, recordando una y otra vez el miedo que tenía y a día de hoy tengo. Se lo tengo a él, a mi padre. Recuerdo que escuchar el motor de una moto hacía que las piernas me temblaran, se me cortaba la respiración.
Cada día me preguntaba ¿Qué va a pasar hoy? pero nunca acertaba. Temblaba, me sentía desorientada, no era yo, no era la misma de siempre. La mayoría de días discutía conmigo cuando sabía que mi madre estaba trabajando y mi hermana no estaba en casa. Él sabía que ellas venían al final de la tarde y tampoco se iban a enterar de lo que me estaba haciendo. Me tiraba del pelo, me escupía, me amenazaba…tenía todo planeado para que mi madre no se diera cuenta ni viese ninguna marca.
Cuando mi madre y mi hermana llegaban a casa, siempre me encontraban llorando y yo no les podía decir nada sino al día siguiente tenía asegurado que sería peor. Él ponía la excusa de: “no se le puede decir nada, todo lo arregla llorando”. Fui más mayor y esto seguía ocurriendo. Con 17 años, estaba totalmente aislada de mi familia, de mis amigos y amigas. Me asustaba cuando daba un puñetazo a la mesa y rompía un plato, cuando me echaba de casa a las 7 de la mañana, me ridiculizaba delante de todos… Ahí fue cuando me di cuenta, por mí, por mi madre y por mi hermana. Me di cuenta que el maltrato no empezó la primera vez que me tiró del pelo, había empezado muchoantes con cosas pequeñas y aparentemente insignificantes que nos hacía.
Para justificarlo, todo el tiempo pensaba lo mismo. “Es mi padre me tiene que querer, es imposible que quiera algo malo para mí. La culpa es mía, la estoy liando siempre”. Pero ahora pienso que un maltratador nunca puede ser un buen padre y que todo lo que hacía no era por mi bien.
Para la mayoría de personas la cuarentena y la pandemia ha sido algo traumático y muy doloroso por la pérdida de familiares o personas cercanas pero para nosotras fue un antes y un después en nuestra vida, un horror y a la vez una liberación. Cuando terminó el confinamiento mi madre, mi hermana y yo fuimos a comisaría y pusimos la denuncia.
Cuando sales del maltrato y denuncias te liberas y piensas que el sufrimiento ya ha pasado pero te encuentras con otro maltrato, un maltrato institucional que criminaliza a la víctima. Tienes que estar todo el proceso demostrando el maltrato físico y psicológico que has sufrido y ni siquiera así te creen. Te dicen que le puedes arruinar la vida a una persona y que es algo muy fuerte acusar a alguien pero mi padre ya nos la había arruinado a nosotras mucho antes.
Aquí llega de nuevo, dejas de respirar, llega el pánico. Te preguntas constantemente si ocurrirá de nuevo, si va a cesar, mil dudas. A pesar de todo esto, creo en la justicia y voy a llegar hasta el final por muy duro que sea el camino. Por mí y por todas. Con esto quiero dar unas palabras de aliento a todas esas mujeres e hijos que han sufrido o sufren violencia doméstica en sus casas y sensibilizar a las autoridades, a los poderes públicos y judiciales. Y finalmente, contar mi testimonio y que sirva para dar voz a una lucha que nunca dejará de existir.»