En esta cita diecisiete de Ramadán me gustaría dirigirme brevemente a la juventud ceutí, en especial a la juventud ceutí de la periferia, en concreto a la juventud musulmana ceutí de la periferia.
No vengo con esto ni a educar, ni a opinar, ni a juzgar, ni a señalar, simplemente vengo a reflexionar, ¿sabiáis lo que un día fue Ceuta? ¿Sois concientes de lo que significa pertenecer y haber nacido en estas tierras? En la época andalusí Ceuta fue tierra del Ilm, tierra de conocimiento, de sabiduría, de ambiciones, de crecimiento, venían personas de todo el mundo a estudiar en la gran universidad ceutí que competía con la gran universidad de Fes. Ceuta era tierra de geógrafos, historiadores, científicos, comerciantes y juristas. Uno de las obras más importantes en el mundo islámico “Ash-shifa” fue escrita por Qadi Ayad, un ceutí. ¿Sois concientes de lo que un día fue la Ceuta de nuestros abuelos andalusíes?
¿Y en qué se está convirtiendo? ¿En qué nos estamos convirtiendo? Asesinatos en pleno mes de Ramadán, consumo y tráfico de drogas, anulación de valores éticos y morales, fracaso académico y por ende laboral, falta de motivación por vivir, por crear, por existir. ¿De verdad? ¿Este es el legado? ¿Esta es la honra a la memoria ceutí que hacéis?
Esta ciudad un día fue cuna del conocimiento, de cultura y de crecimiento a manos de jovenes musulmanes ceutíes, jovenes musulmanes ceutíes, que conocían sus valores y los aplicaban, que conocían su normas y leyes y las aplicaban, que conocían sus límites y no los superaban. Jóvenes musulmanes ceutíes que sabían que la cercanía a Dios no consistía solo en dejarse la barba larga y acudir con una Kandora blanca los viernes a la mezquita, honrar nuestros apellidos, nuestra religión, nuestro estilo de vida, consistía en ser ciudadanos de bien, en invertir tiempo en la búsqueda del conocimiento, en pontenciar nuestros valores respetando al de al lado, en hacer dinero sí, claro que sí, en hacer dinero traído del esfuerzo diario de levantarse a las seis de la mañana.
Fuimos ejemplo creando una gran civilización nunca antes vista en Occidente, teníamos el conocimiento bien fundamentado, el pensamiento y las diversas lenguas que traducían libros traídos de todo el mundo, y teníamos los modales y la espiritualidad. ¿Qué tenemos ahora? Nada, con las manos vacías nos ha dejado nuestra actitud egoísta e ignorante, y duele mucho, duele haber perdido lo que un día nuestros abuelos lucharon en mantener firme, frente al incesante intento del enemigo del islam por hacerlo cenizas, y parece ser que así estamos ahora, hechos cenizas, no nos podemos mirar ni a la cara.
Queridos y estimados jóvenes ceutíes, tenemos por delante dos caminos, o somos la generación que rompe con esta maldita cadena condenada al fracaso eterno, o cada uno a través de su propio ser se reconstruye para hacer de las generaciones venideras unas generaciones que reflejen la civilización andalusí que un día escribió la historia del conocimiento.
No hay más, o hacemos autocrítica y emprendemos el camino hacia el ihsan, o el nombre islam terminará por quedarnos grande.
Atentamente una joven musulmana ceutí dolida por la situación de sus vecinos.