La semana agustiniana es un evento significativo para el Colegio San Agustín, que cada año reúne a estudiantes, docentes y miembros de la comunidad religiosa en una serie de actividades dedicadas a honrar la vida y enseñanzas de San Agustín. Este año, la celebración culminó con una procesión que partió desde el colegio hasta la iglesia de San Francisco.
La procesión, que es el punto culminante de la semana, contó con la participación entusiasta de los alumnos, quienes portaban estandartes y símbolos representativos de la orden agustiniana. Acompañados por el claustro del centro y los propios agustinos, los estudiantes caminaron con devoción, reflejando el espíritu de unidad y fe que caracteriza a esta institución educativa.
Monseñor Luis Marín de San Martín, una figura destacada dentro de la Iglesia, también se unió a la procesión, ofreciendo palabras de reflexión y aliento a los presentes. Su presencia subrayó la importancia de mantener vivas las tradiciones religiosas y educativas que promueven valores como la solidaridad y el compromiso comunitario.
Al llegar a la iglesia de San Francisco, se llevó a cabo una misa solemne en honor a San Agustín. Durante la ceremonia, se destacó la relevancia de sus enseñanzas en el contexto actual, enfatizando la necesidad de seguir su ejemplo de búsqueda de la verdad y amor al prójimo.
La semana agustiniana no solo es una oportunidad para celebrar, sino también para educar a las nuevas generaciones sobre la rica herencia cultural y espiritual de la orden agustiniana. A través de talleres, charlas y actividades lúdicas, los estudiantes aprenden sobre la historia y los valores que San Agustín promovió, integrándolos en su vida diaria.
Además de la procesión y la misa, la semana incluyó diversas actividades culturales y deportivas que fomentaron la participación activa de toda la comunidad escolar. Estas actividades no solo fortalecen el sentido de pertenencia, sino que también promueven el desarrollo integral de los estudiantes.
En conclusión, la semana agustiniana es un evento que trasciende lo meramente religioso, convirtiéndose en una experiencia enriquecedora para todos los involucrados. La procesión hacia la iglesia de San Francisco es un símbolo de la continuidad de una tradición que sigue inspirando a generaciones de jóvenes a vivir con propósito y dedicación.