Cientos de asistentes acudieron a la segunda jornada consecutiva de las cenas para mayores organizadas por la Consejería de Sanidad, Servicios Sociales, Menores e Igualdad en el Parador Nacional La Muralla.
Los comensales disfrutaron del ágape y conversaron animadamente en un ambiente relajado, entre caras conocidas, donde no faltó el acompañamiento musical ni la visita del Presidente de la Ciudad, Juan Vivas que les deseó unas Felices Fiestas.
Muchos de los asistentes relacionan el parador con otros festejos del pasado. Miriam es vecina de la barrida San José, nos cuenta que «cuando se casó ‘su niña’ hace veintiséis años el cubierto salía a 4.500 pesetas y la próxima en contraer matrimonio será su nieta el año que viene».
No todos los presentes eran caballas naturales pero sí de adopción, Puri confiesa que a veces echa de menos «el olor a Ceuta» cuando le entra la nostalgia, «a mí Ceuta me encanta y cuando paso unos días fuera estoy deseando volver a ‘mi tierra’ aunque no sea de aquí» nos cuenta. Manuel, su marido estaba «reticente, no me seducía la idea de venir sin embargo me han hablado tan bien de estas cenas, de su ambiente, que nos hemos animado a probar», además está convencido que «seguro que acertarán con el menú porque solemos cenar ligero».
Mari y Regino son un matrimonio de Zamora que agradeció a la Ciudad el despliegue de medios, desconocido en otras regiones de España, «el año pasado vinimos y lo pasamos estupendo; llevamos en Ceuta cinco años gracias a María Aránzazu, nuestra única hija, que se instaló en Ceuta, algo insospechado porque nunca imaginamos que vendríamos a vivir aquí».
En otra mesa se encontraban Mara, Nena, Conchi y Terelu, un grupo de vivarachas amigas de toda la vida, vecinas y hermanas de Las Puertas del Campo que se habían arrancado a cantar villancicos al soniquete de los improvisados instrumentos musicales que tenían al alcance, es decir, los cubiertos.
Alguna de ellas echaba de menos «una botella de anís del mono» que suena bien al raspar. Decían conocerse desde niñas, y los padres de algunas «incluso fueron a la guerra juntos». Excusaron a una de sus allegadas que «había tenido que ir a un velatorio», cosas de la vida. «Mis amigas y yo no nos perdemos ni una, yo suelo dejar a mi marido en casa y me vengo», celebraban la organización de este tipo de eventos que «para eso los pagamos con nuestros impuestos».
A lo largo de la velada iban surgiendo los temas más dispares, e incluso hubo lugar para la reivindicación «tendrían que abrir la frontera para que las muchachas que vienen a Ceuta puedan trabajar, no hay derecho».
Encontramos en otra mesa a Carmen Conde y su prima Antonia, cuya familia está estrechamente relacionado con el carnaval de Ceuta, a Mercedes y Carmen, amigas caballas de pura cepa con amplia raigambre en Ceuta. «Una decía que había dejado a su marido en la cama y otra, con humor negro, que a ella la estaba esperando en el cementerio». «Creo que estamos achispadas» se disculpaban, aunque en ese instante tomaban Fanta, lo que sucedía es que imperaba la guasa y las ganas de pasarlo bien. Aunque a la hora de hablar de lo serio prefieren a «Rajoy antes que a Sánchez», porque «uno es un hombre formal que ayudó mucho a España».
Cada mesa es un mundo, dependiendo de las circunstancias de cada cual. «Yo no me puede recoger muy tarde que mañana tengo que llevar al nieto al colegio» nos comentaba Rafael resignado, a lo que replicaba Joaquina, su señora «a mí me encanta bailar, yo voy a intentar salir cuando termine la orquesta, eso, si mi marido no me estropea la noche». Les acompañaban su hermano Antonio y su cuñada Lina de la barriada del Mixto, dispuestos a disfrutar del evento.