Nochebuena. Mesa repleta. Buen ambiente. ¿Qué lo puede estropear?…
Si eres una de esas personas que tiene a un «cuñado» en la familia quizá este artículo te sea útil.
Dicen que los amigos son la familia que uno elige y mucha gente estará de acuerdo con esta afirmación. Sin embargo, no es una sentencia que funcione en las dos direcciones para mucha gente. Fundamentalmente porque la familia no se elige, se impone. Tenemos la que nos toca cuando nacemos y va sufriendo modificaciones que escapan a nuestro control.
De hecho, habrá casos en los que dos personas solo se relacionen porque forman parte de la misma familia. Porque los códigos familiares determinan que así sea por el bien de la familia y por encima del interés personal. Personas que fuera del ámbito familiar se evitarían mutuamente.
Y si lidiar con una situación así durante la cena de Nochebuena no es lo bastante incómodo, todavía puede ponerse peor. Existe la posibilidad de que el rechazo mutuo que sienten esté alimentado por diferencias ideológicas y que una de ellas sea aficionada al «cuádismo».
Las artes del cuñadismo
Un «cuñado» no es el marido de tu hermana. Es una de esas personas que para todo tiene una respuesta categórica de la que se muestra orgullosamente convencida y que suele ser muy parecida a la del tertuliano de turno. Alguien que defiende razonamientos que ha tomado prestados sin molestarse en comprobar su veracidad o en tratar siquiera acabar de comprenderlos.
El «cuñado» es alguien que debate a base de «golpes de efecto» con más o menos acierto (hay «cuñados» que son muy hábiles). Su discusión no va a seguir los principios de la lógica porque su objetivo no es el razonamiento. Su objetivo eres tú y quiere ganarte por desgaste. Por eso su arma predilecta es la falacia. Porque así dispone de munición ilimitada y antes de que desmontes una te atacará con otra, hasta que desistas.
Lidiar con tu «cuñado»
Si te ha tocado cenar con el/los «cuñado/s» de tu familia en Nochebuena, te guste o no, vas a tener que lidiar con eso. Y tu «cuñado» va a buscarte, no lo dudes. Por ello hemos pensado que al menos estaría bien que supieses cuáles son los tres posibles escenarios que se pueden dar en tu cena de hoy.
Entrar al trapo
El primero. Entrar al trapo y mantener un debate que de antemano esté probablemente perdido. Es como jugar un partido amañado. Gritará más que tú razonando menos sus argumentos que tú. Dará más golpes en la mesa que tú y repartirá más codazos a su diestra y siniestra buscando la aprobación de quienes se hayan sentado junto a él/ella (ojo, puede incluso que se haya encargado de escoger «su sitio» con premeditación y alevosía para hacer una coalición improvisada de cuñadismo en tu contra). No busca ganar usando la dialéctica, busca que te enfades y poder decir, con toda la familia de testigo, que eres intransigente con los que no piensan como tú.
Entrar al trapo cuando «cuñado» busca confrontación es equiparable a un ganado de reses entrando por su propio pie a un matadero. Probablemente acabes desesperado e incluso descubras a nuevos «cuñados» entre tu familia que te dirán «aunque lleves razón te pierden las formas».
Empezar tú la guerra
La segunda. Empezar tú la guerra. Si eres de esas personas que saben que «se calientan» aunque traten de evitarlo y acaban entrando al trapo farragoso de las discusiones navideñas maridadas con alcohol, esta es tu opción.
Vas al matadero, pero sabes a lo que vas. Tu intención es dinamitarlo aún a riesgo de que la explosión te pille dentro. Si decides emplear esta estratagema, te recomendamos que no te dejes nada en el tintero y que mates moscas a cañonazos. Arllitería pesada. Eso sí, recuerda que estos debates no los gana quien tiene razón y sabe argumentarla, sino quien sabe ganarse la aprobación del resto de la mesa. Si vas a esta guerra, ármate sabiamente, pero no con sabiduría.
Por ejemplo. Si quisieras abrir la veda criticando lo mala persona que hay que ser para, incluso en Navidad donde se celebra el nacimiento de un bebé forzado el exilio en la ciudad palestina de Belén, estar a favor del blindaje de fronteras que está llevando a cabo la Unión Europea y que tiene como último resultado la conversión del Mediterráneo en una fosa común que se ha cobrado miles de vidas en los últimos 6 años, será mucho más efectiva una foto como la de Aylan que desarrollar cuáles son los puntos negros de la política migratoria europea. Recuerda que estás en una guerra a la que llegaste por tu propio y en la guerra hay que jugar sucio para sobrevivir.
Ser un témpano
El tercer escenario es solo para profesionales de las cenas/comidas con familiares incómodos. Es la táctica del pasotismo, de convertirse en un témpano. Nada hay más irritante para quien busca la provocación que no recibir atención ninguna. Escucharás barbaridades épicas que te sonaran casi a súplicas desesperadas de confrontación. Por eso tienes que estar preparado y ser honesto contigo mismo cuando te plantees si serás capaz de aguantar. Repetimos que esta táctica no está al alcance de todas.
Pasar de todos los comentarios por fuera, pero que la sangre te hierva por dentro, es un ejemplo de manejo ineficaz de esta táctica. Además, tu familiar, que es experto/a en provocaciones, notará que estás tratando de utilizarla sin mucho acierto. Punto, set y partido para él/ella. Cuando note que te esfuerzas por evitarle te tendrá en sus garras.
Solo eres apto para poner en práctica si sabes que eres capaz de escuchar los mayores atentados argumentales y las mentiras más canallas y hacer caso omiso. Aprovechando la coyuntura navideña, solo quien es capaz de decir para sí «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen», saldrá victoriosos/as usando esta estrategia.
Eso sí. Si sabemos usarla, os garantizamos que es la más efectiva. Tu familiar se acabará ofuscando e incluso probablemente se lleve el reproche de la mesa por no cesar en su empeño de «buscarte». Al final de la noche, él/ella será quien acabe enfadado/a y tú tendrás la satisfacción interna de saber que no has entrado al trapo, que no has contribuido a generar crispación y que además has conseguido que tu «cuñado» se salga de sus casillas sin rebatirle absolutamente nada. En este caso, punto, ser y partido para ti. Has ganado las ATP Finals y si repetís elenco en la cena de Nochevieja, probablemente te has asegurado que ese día no tenga más ganas de guerra.
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