De vuelta a la rutina, todos los jóvenes y los no tan jóvenes han vuelto a las aulas.
Pero las aulas se encuentran masificadas, porque en centros con capacidad para un número determinado de alumnos, se ha metido al doble de su capacidad, con lo que la ratio no se cumple. Se trata de centros públicos de la Región, donde el espacio es sumamente escaso y no queda ni un hueco libre donde poder respirar, porque el patio del centro está abarrotado y la falta de personal docente para llevar a buen puerto la adecuada gestión en el recreo diario, se convierte en una misión imposible.
Hablamos de centros con más de dos décadas, los cuales abrieron sus puertas para albergar a unos 500 estudiantes y sin ampliación, con prácticamente la misma infraestructura, reciben diariamente a más de un millar. Se trata de institutos donde se imparten la ESO, Bachillerato y diversos ciclos formativos, tanto de Grado Medio como de Grado Superior. Es en estos últimos donde los perfiles de los estudiantes son diferentes y las edades que aquí se barajan también. Podemos encontrar a un joven de 18 años y a adultos de cualquier edad; personas de 30, 40 ó de 50 años que no estudiaron en su momento porque no quisieron o simplemente porque pensaron que nunca les haría falta disponer de un título.
Pues bien, desde los 12 años, todos comparten el mismo espacio. Mayores y pequeños sin distinción. Y todo esto ocurre porque sus directivas no quieren tener turnos de tarde para impartir clases a los ciclos formativos. Así que estos centros albergan a diario al doble de personas de las que deberían, sin que nadie desde arriba, les obligue o les impida seguir haciendo lo que les da la gana. Si el centro abre por la tarde, el personal directivo está obligado a permanecer en el mismo, pero entonces, no podría disponer de tiempo para practicar Pilates o natación, así que cada año en las aulas se van metiendo más y más pupitres y los estudiantes carecen de espacio.
Por otro lado, también quiero hablar de los Planes de Autoprotección, son el marco orgánico y funcional previsto para una actividad, centro, establecimiento, espacio, instalación o dependencia, con el objetivo de prevenir y controlar los riesgos sobre las personas y los bienes y dar la respuesta adecuada a las posibles emergencias. El profesional adecuado para llevar a cabo o realizar estas funciones es el Director de Seguridad, habilitado por el Ministerio del Interior y no por personal docente que no tiene ni la más remota idea de cómo manejar este tema tan importante, a la par que serio. Es una práctica muy habitual la de que recaigan estas funciones en un profesor, ya sea de Dibujo, de Matemáticas o de Física. Son personas preparadas y estudiadas pero insensatas e ignorantes porque desconocen que con estas acciones se está poniendo en riesgo la seguridad de los centros y las vidas de muchas personas.
En el supuesto de que nos invadiera otro mortal virus como el que todos tenemos reciente, ¿qué ocurriría? Porque sería imposible llevar a cabo las distancias, porque en estos centros, prácticamente los alumnos están amontonados.
Con la formación del nuevo Gobierno en la Región, esperamos que se tomen en serio la investigación de estas prácticas tan habituales, para evitar posibles lamentaciones futuras.