La comunidad musulmana de Ceuta ha participado en la campaña electoral apoyando a diversos candidatos.
El activismo de los partidos contrasta con la falta de propuestas transformadoras que revitalicen el estado de una ciudad que vive la peor crisis económica de su historia.
La falta de debates entre los candidatos ilustra el nulo interés en promover enfrentamientos que dificulten futuras negociaciones, así como una connivencia silenciosa que ha impedido a los electores exigir a los candidatos soluciones efectivas a sus muchos problemas, presentes y futuros.
El partido socialista ha realizado una campaña intensa en aquellas barriadas de mayoría musulmana, lo que en cierto modo ha restado apoyos a los partidos localistas como Ceuta Ya y MDyC.
El activismo de los partidos contrasta con la falta de propuestas transformadoras que revitalicen el estado de una ciudad que vive la peor crisis económica de su historia.
El PP abandera la estabilidad como factor diferencial para pedir el voto a un Vivas que busca revalidar una presidencia para hacer en 4 lo que no hizo en 22 años.
Los dos medios escritos de la ciudad abren sus portadas con la imagen de Vivas en claro apoyo a una candidatura en la que les va su propia existencia. Algo semejante sucede con el resto de medios digitales, totalmente entregados a una candidatura que les garantiza el continuismo de unas subvenciones que les permitan seguir con una línea editorial carente de independencia y de objetividad.
Frente a esas armas del PP, el PSOE se ha pertrechado con candidatos musulmanes posicionándolos en forma de abanderamiento para así captar voto musulmán.
En cuanto a los partidos localistas, su mensaje apenas ha variado. Ceuta Ya se presenta muy escorado a la izquierda, volcado en cuestiones sociales y con total vocación en la atención a los más vulnerables. Se le echa en falta una pizca de condimento liberal que piense en la iniciativa privada y en todos aquellos que dedican sus vidas a crear empresas y montar negocios, que son, en definitiva, los que crean empleo y promueven status de vida libre y autosuficiente.
MDyC tiene tic conservador aunque por momentos no lo parezca. Su cambio se empezó a gestar cuando su candidata decidió prescindir del calificativo de “desgobierno” con el que acostumbraba a citar al gobierno de Vivas. Hoy, MDyC se postula como la muletilla con la que simpatiza el PP en una futura composición de gobierno. Por otro lado, los enfrenamientos con Vox han favorecido una retroalimentación de ambas formaciones, impulsando sus opciones electorales, más en las filas de Vox que en las propias de MDyC, un voto, éste, bastante fragmentado con la irrupción del PSOE en unos territorios que Ceuta Ya y MDyC consideraban propios.
Ciudadanos resulta repetitivo y muy escaso en propuestas. Un partido en el que la diversidad brilla por su ausencia y en el que destaca la presencia de personas cuyo perfil podría mimetizarse fácilmente con los de Vox.
Podemos ha sido la bocanada de aire fresco en toda la campaña. Su candidato rezuma simpatía al margen de lo que representan las siglas con las que concurre. Su presencia en la Asamblea podría insuflar nuevos aires para un espacio ya endémico en cuanto a falta de propuestas transformadoras.
La ciudadanía ceutí tiene ante sí un panorama nada fácil. La estabilidad que preconiza El PP como aval de su candidatura colisiona con la falta de efectividad en sus años de gobierno, dejando a la vista una ciudad que lidera los peores índices en cuanto a calidad y esperanza de vida, sin citar otros registros nada envidiables.
El PSOE avanza que quiere cambiar la ciudad, pero no dice cómo, por qué y para qué; menos aún, en qué tiempo. Tampoco adelanta su versión sobre unas hipotéticas relaciones de la Ciudad con Marruecos. Un asunto éste que ningún partido ha introducido en su programa, siendo de vital importancia para la vida y el futuro de la Ceuta.
La lectura es que todo cambiará y a la vez que todo seguirá igual. Algo propio de magos políticos que se dedican a realizar circunvalaciones en torno a ideas ya preconcebidas y refrescadas para el momento.
El colectivo musulmán necesita empoderarse y salir a votar, pero sin emociones y sin dejarse llevar por promesas de cambio y de mejor vida. EL voto exige examen de conciencia, y como tal debe depositarse en las urnas. Lo que no debe hacerse es quedarse en casa y favorecer la abstención. Votar es un derecho constitucional y un deber moral.